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Por qué niños indonesios mueren de COVID-19

Dera Menra Sijabat, Richard C. Paddock y Muktita Suhartono Cuando Debiyantoro, un reparador en un hotel, se dio cuenta de que había perdido el sentido del olfato, se preguntó por un instante si podía ser COVID-19, pero descartó la idea. Estar contagiado hubiera significado no recibir un sueldo. Ahora culpa su renuencia por la muerte … Leer más

Dera Menra Sijabat, Richard C. Paddock y Muktita Suhartono

Cuando Debiyantoro, un reparador en un hotel, se dio cuenta de que había perdido el sentido del olfato, se preguntó por un instante si podía ser COVID-19, pero descartó la idea. Estar contagiado hubiera significado no recibir un sueldo.

Ahora culpa su renuencia por la muerte de su hija de 22 meses, Alesha Kimi. Los 10 miembros de su casa hacinada presentaban síntomas, pero ninguno se hizo la prueba hasta que de casualidad llevaron a Kimi al doctor para una revisión no relacionada. La hospitalizaron al instante y falleció un día después.

“Aunque sí pensé que podría ser COVID, tenía miedo de que no me dieran permiso de trabajar, lo cual significa que no hubiera podido mantener a mi familia”, dijo Debiyantoro mientras intentaba contener las lágrimas. “Ahora estoy lleno de remordimiento por haber perdido a mi hija”.

En toda Indonesia, los niños han caído víctimas del coronavirus en números alarmantes y sigue en aumento. La pandemia ha matado a mil 245 niños indonesios y el incremento reciente se ha dado entre los menores de un año, dijo Aman Bhakti Pulungan, jefe de la Asociación Indonesia de Pediatría.

Investigadores señalan muchas razones de por qué los niños son más propensos a morir de COVID-19 en países en desarrollo, pero muchos de estos factores se reducen a uno solo: la pobreza.

En Europa y Estados Unidos, los menores de 18 años constituyen uno de cada mil 500 muertes por COVID-19; en Indonesia, uno de cada 88 muertes oficiales ha sido de un menor.

Los niños que viven en situación de pobreza suelen tener más enfermedades como obesidad, padecimientos cardiacos y desnutrición. El efecto corrosivo de la contaminación ambiental hace que sea más difícil sobrevivir al COVID-19, que ataca los pulmones.

Otros factores que contribuyen a la muerte de menores son mala alimentación, cultura, falta de acceso a información, diagnóstico y tratamiento, así como vivir en espacios reducidos. En algunas partes de Indonesia, la tradición religiosa también desempeña un papel importante.

En el caso de Kimi, la pobreza, la ignorancia y el miedo se sumaron para crear una tragedia.

El padre de Kimi ganaba 190 dólares al mes en su trabajo. Kimi tenía dos tumores benignos en el cuello llamados hemangiomas, que por sí solos no la habrían hecho susceptible de contraer la COVID-19, pero el tratamiento tal vez la hizo más vulnerable.

Sus padres no se dieron cuenta que padecía COVID-19 hasta que recibió el tratamiento por sus hemangiomas, cuando el médico reconoció sus síntomas.

“No pensé en Kimi, que todavía era una bebé y estaba enferma”, dijo Debiyantoro con tristeza. “Me di cuenta de esto ya que estaba en el hospital”.

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