¿Qué es lo que hace que valga la pena vivir y de qué manera podríamos conseguirlo? Como apuntaba aquí la semana pasada, en su afán por encontrar una respuesta a esta crucial pregunta, el Dr. Martin Seligman fundó la Psicología Positiva, un movimiento teórico que busca acrecentar el bienestar de las personas.
En sus pesquisas, Seligman identificó 24 fortalezas que nos caracterizan a los seres humanos y plantea que, en la medida en que las vayamos desarrollando, lograremos imprimirle un sentido pleno a nuestras vidas.
Previamente abordé aquellas fortalezas relacionadas con tres virtudes universales: sabiduría, valor ante la vida y sentido de humanidad. Describo ahora las 12 fortalezas restantes, basadas en la justicia, la moderación y templanza, y la trascendencia.
JUSTICIA. Son tres las fortalezas asociadas con un sentido de equidad: 13. Ciudadanía: Vinculada a la igualdad, la solidaridad y la cohesión social, esta cualidad consiste en saber gravitar nuestro interés hacia la comunidad. Otrora conocida como civismo, es el impulso que nos lleva a sentirnos parte de diversos grupos de personas, sean estos equipos de trabajo o aquellos que conforman el colectivo social más amplio. 14. Sentido de equidad: Es la disposición para tratar a los demás como iguales, anulando así el sentido de privilegio hacia unos cuantos. Significa actuar con compasión y promover la tolerancia hacia nuestros semejantes, sin consideración de clase, edad, género, nacionalidad, religión, ideología o preferencia sexual. 15. Liderazgo: Es la habilidad de saber guiar y conducir a otros; motivarlos a dar lo mejor de sí mismos, en beneficio del interés común.
MODERACIÓN Y TEMPLANZA: es la virtud de actuar con mesura para evitar los excesos. Seligman identifica cuatro fortalezas que nos ayudan a lograrlo: 16. Perdonar: Es la facultad de concederle una segunda oportunidad a aquellos que nos han lastimado u ofendido. Lejos de recurrir a la animadversión o a la inquina, es necesario aceptar que nadie está exento de cometer errores y que no vale la pena llevar a cuestas el peso del resentimiento. 17. Humildad y modestia: La verdadera humildad no consiste en hacernos menos ante los demás. Por el contrario, es gozar de una alta autoestima para dejar que nuestros logros hablen por sí mismos, en vez de mendigar los reconocimientos o aplausos. Para ello se requiere tener una justa dimensión de quiénes somos y así darnos el valor que tenemos. 18. Prudencia: es la capacidad de evitar riesgos innecesarios, que podrían poner en peligro nuestro futuro personal. Ni timoratos ni temerarios, debemos actuar con sabiduría y no llegar a excesos de los que después tuviéramos que arrepentirnos. 19. Auto-regulación: Es la disciplina de saber refrenar nuestros actos y no perder el control de nuestros deseos, impulsos y emociones. Desarrollar la inteligencia emocional nos será de gran ayuda en estos menesteres.
TRASCENDENCIA: Literalmente, trascender es ir más allá. ¿Más allá de qué? De las limitaciones que nos impone la rutina de la vida diaria, para poder movernos a un espacio espiritual más amplio, en el que podamos conectarnos con aquello que es superior a nosotros. Seligman enlista cinco fortalezas que nos serán de utilidad en esta tarea: 20. Apreciación por lo bello y lo excelso: consiste en recuperar la capacidad de fascinación y asombro por las maravillas de la Creación, ya sea una puesta de sol, los momentos de paz en la soledad, una caricia, un acto compasivo o la risa espontánea. En la época actual, se impone romper el hechizo pernicioso de las innumerables horas pasadas frente a las pantallas de los celulares y las computadoras, como una manera de abrirnos camino para restablecer el contacto con las cosas básicas de la vida. 21. Gratitud: es expresar nuestro agradecimiento por el aprendizaje que conllevan las experiencias de vida, tanto las buenas como aquellas que no lo son. 22. Esperanza: Es la convicción de que en nosotros está saber labrarnos un futuro promisorio y así continuar alimentando nuestros deseos de vida. 23. Sentido del humor: si buscamos el lado amable de las cosas disfrutaremos a plenitud la existencia. El juego no solo nos revitaliza; también nos libera de las ataduras frustrantes de la realidad ordinaria. 24. Espiritualidad: es creer, sentir y pensar que la vida tiene un propósito trascendental, que le da sentido a lo que somos y lo que hacemos.
Para concluir, te compartiré lector/lectora un sencillo consejo del Dr. Seligman: “Cada noche, durante la siguiente semana, antes de acostarte a dormir anota tres cosas que salieron bien durante el día y por qué resultaron buenas”. Este positivo hábito te ayudará a mantener en forma tus fortalezas personales. ¡Inténtalo y verás los resultados!
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa.