Con el propósito de darte algunas ideas de cómo volver más plenos y productivos tus propósitos de año nuevo, pongo a tu consideración algunos hábitos saludables que podrías considerar para incorporar a tu estilo de vida.
Los ejercicios aquí descritos están basados en procedimientos recomendados y avalados por una instancia tan prestigiada como el Greater Good Science Center, de la Universidad de Berkeley, California.
Procurar el ángulo positivo de la realidad
Una de las causas de la infelicidad es el constante rumiar de las cosas que no nos salen como quisiéramos y de las que nos lamentamos, culpamos a terceros o nos arrepentimos. Los expertos en bienestar humano identifican al optimismo como el antídoto ideal del pensamiento catastrófico, ya que cuando vemos las cosas desde un punto de vista positivo nos liberamos de las cargas que a lo largo del camino nos echamos a cuestas.
Te bastará con practicar 10 minutos diarios, por tres o más semanas, el ejercicio que a continuación te describo. Primer paso: Anota cinco cosas que vuelven tu vida más satisfactoria y llevadera en los tiempos presentes. Lejos de romperte la cabeza, concéntrate en modestas o enormes satisfacciones de tu vida cotidiana, tales como ‘la contagiosa risa de mi pequeña Lorena’ o’sacar a pasear a Duque por la colonia’. La idea es que puedas colocarte primero en un estado mental constructivo. Segundo paso: Piensa en una ocasión reciente en la que las cosas no salieron bien o te hayas sentido frustrado, contrariado o molesto; escribe en un breve párrafo lo acontecido. Tercer paso: Anota tres cosas que te podrían ayudar a verle el lado bueno a la situación frustrante o enojosa. Por ejemplo: 1) Lo bueno es que se me ponchó la llanta cerca de mi casa y no en carretera, ya que tenía que viajar al día siguiente. 2) Esto me ayudará a poner más atención al estado general de mi coche, pues la llanta que se reventó ya estaba bastante gastada. 3) ¡Al mal tiempo, buena cara!
Meditación en movimiento
Tal vez seas una de las personas que ha intentado la práctica de la meditación y la ha abandonado, por la dificultad para lograr mantenerse inmóvil y concentrado en un lugar oscuro, silencioso y aislado. Pues bien, la meditación NO tiene que ser necesariamente inmóvil, ya que se puede llegar a un estado de conexión entre el mundo interior y la realidad trascendente de diversas maneras. La ventaja de una meditación activa es que volvemos más completa la experiencia al agregarle el elemento físico, como es el caso de los ejercicios de yoga.
La variante que aquí describo es la de meditar al tiempo que caminas (en inglés, ‘walking meditation’) y los expertos recomiendan dedicarle 10 minutos diarios durante una semana. Primeramente, ubica un lugar al aire libre en el que puedas caminar sin interrupciones; si no te es posible encontrar un lugar amplio, localiza uno en el que puedas dar 15 pasos de ida y vuelta en repetidas ocasiones. Segundo paso: Empieza a caminar; después de pequeños trechos, detente por unos instantes para recuperar el aliento. En vez de caminar en automático, como normalmente lo hacemos, haz el intento de tomar conciencia de las siguientes cuatro cosas en cada paso que das: 1) Cómo levantas tu pie al empezar a dar el paso, 2) el desplazamiento de tu pie hacia adelante, 3) cómo apoyas tu pie en el piso al terminar de dar el paso, 4) el impulso de tu cuerpo al cambiar el peso de un pie al otro. Y así sucesivamente.
Tal vez te surjan algunas preguntas sobre cómo debes caminar. Estas son las más frecuentes: A) ¿Qué tan rápido debo caminar? A la velocidad que desees, si bien es recomendable hacerlo de manera más bien pausada en lo que te acostumbras. Lo importante es que el ritmo te resulte natural y no forzado. B) ¿De qué manera debo ordenar mis pensamientos al ir caminando? Toma conciencia de detalles que normalmente pasarías por alto: la sensación del viento en tu rostro; el inhalar y exhalar de tu respiración; la sensación de levantar tus pies o apoyarlos en el piso; los sonidos a tu alrededor y los creados por tu propio cuerpo al desplazarse rítmicamente. C) ¿Qué sucede si pierdo la concentración? No te angusties, es de esperarse que por momentos tu mente empiece a divagar. Cuando esto suceda, simplemente vuelve a hacer conscientes tus sensaciones.
Los dos ejercicios arriba sugeridos permiten resaltar la importancia de volver conscientes nuestras acciones cotidianas. En la medida en que sintonicemos nuestra frecuencia con el tiempo presente, podremos armonizarnos mejor con nosotros mismos, el mundo y nuestros semejantes.
El lunes próximo pondré a tu consideración otros saludables hábitos de vida, que podrían ayudarte a cimentar tus buenos propósitos para este 2016.
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa.