La autoridad convoca a contribuir al plan rector para Querétaro en el próximo sexenio. Sirvan estas reflexiones, como una participación en torno al porvenir de la fundamental tarea educativa, que seguramente será analizada en el Plan Estatal.
Nuestra condición humana es estar abiertos al futuro y lanzados hacia adelante. Somos tiempo y estamos determinados por él. El presente es efímero, volátil; el pasado es un arsenal fijo al que recurrimos para construir el futuro que es nuestra ocupación y pre-ocupación. Pretendemos crear un porvenir ordenado, con proyectos y acciones organizadas para alcanzar fines y objetivos. La intención es lograr un cambio individual y social, un cambio mental y material. Los planes son importantes para la vida individual o colectiva cuando no son simulaciones o burocracia. Lo primero que se debe considerar al hacer un plan es la circunstancia. (Heidegger, Martin. 1988. “El ser y el tiempo”. México. Fondo de Cultura Económica).
Estamos en un punto de inflexión, en un cambio total del sentido seguido hasta ahora, en medio de una más de las crisis civilizatorias de Occidente. Según Lewis Mumford, sólo seis crisis como ésta se han presentado en la historia, pero ninguna había tenido el alcance globalizador de la actual y los efectos acumulados de las crisis anteriores. Esas crisis fueron: el nacimiento de la civilización con la invención de la agricultura en el comienzo del Neolítico; el auge del cristianismo y la caída del Imperio Romano; la transición de la Edad Media a la Era Científica; la Revolución Industrial en el siglo XVIII; la Revolución Digital, la Revolución Poblacional y la Revolución Femenina en el siglo XX. Cualquier plan debe considerar que estamos en un cambio drástico de rumbo. (Capra, Fritjof. 1992. “El punto crucial”. Argentina. Editorial Troquel).
El panorama actual encierra un desafió que no puede enfrentarse con las soluciones tradicionales. Entre los problemas del presente se pueden señalar al calentamiento global, la sobrepoblación, la desigualdad económica extrema, la globalidad económica y sus dañinas especulaciones financieras, las diferencias en la capacidad individual y social para competir en un mundo con espacios de alta competencia. Los expertos coinciden en que la alternativa está en la competitividad, en producir mayor cantidad de riqueza con menos recursos y en condiciones de escases creciente. Debemos prepararnos para competir y sobrevivir de la mejor manera en un mundo de competencia feroz, desarrollando el mayor y el mejor “capital humano”. En un informe reciente del Banco Mundial, se ha dicho que el nuevo criterio de riqueza es la capacidad de desarrollar capital humano, que es la formación de los miembros de una sociedad. El capital humano proporciona ahora y en el futuro dos tercios de la riqueza y prosperidad de una nación. (Pozo Municio, Ignacio. 2003. “Aprendices y Maestros: La nueva cultura del aprendizaje”. España. Alianza Editorial).
De momento no estamos preparados para competir. Somos una sociedad desigual que reproduce esa desigualdad también en la educación. Los niños de la clase media urbana tienen mejores oportunidades de aprender que los niños que viven en las comunidades rurales o en las colonias periféricas de las grandes ciudades. Por muchas décadas, a pocos les preocupaba la falta de aprendizaje de los millones de marginados, porque no se había dado la combinación entre la globalización y la tecnología. La globalización pone a todos a competir, da lo mismo si un producto es fabricado en China o en Querétaro, lo que importa es que en esos lugares haya personal capacitado y educado para producirlo. (Rubio, Luis. 2016. “El problema de la desigualdad”. México. Periódico Reforma del 7 de febrero).
La misión del sistema educativo estatal es crear capital humano con intensidad y velocidad, hacerlo en USEBEQ, en la Educación Media Superior, y en la Superior. Con énfasis en la educación básica que es el sustento de todo el aparato educativo. Para ello, hay que marcar una sana distancia con la SEP para encontrar soluciones locales y no comprar conflictos y problemas ajenos; atemperar las tensiones innecesarias; convocar a los factores de poder para evitar la dispersión y la parálisis; fortalecer el liderazgo; capacitar a los maestros; darle presupuesto a las escuelas; actuar con equidad en lo referente a los servicios asistenciales; iniciar la modernización de la planta física de las escuelas; acompañar, evaluar y rendir cuentas periódicamente de todos los procesos.
Por: Amado López Guerra