Se ha dicho de los factores de riesgo y motivaciones que tiene una persona para cometer intento suicida son muy variados y siempre hay que entenderlos desde el sentido particular de cada persona. No hay una, sino varias respuestas a este problema de salud pública. Las mayores intrigas se tienen en la población escolar de finales de primaria, los que inician la adolescencia, en la que la intervención de prevención y atención es más complicada, pues no siempre se tiene el apoyo de las autoridades educativas.
Aunque el promedio de edad en que frecuentemente se da el suicidio, es de 15 a 29 años, los estudios señalan que el riesgo aumenta conforme la edad se incrementa, más si hay intentos previos de suicidio.
Las y los adolescentes con riesgo suicida presentan una conducta más ambivalente, pues son las jovencitas quienes con mayor frecuencia lo intentan, a pesar de que los niños menores de 15 años tienen pensamientos de muerte con mayor facilidad.
Siempre es importante considerar factores biológicos, sociales y la presencia de enfermedades en la evaluación del riesgo suicida, para que cada especialista determine el grado de riesgo que pueda tener el menor.
En la esfera psicológica, las características de impulsividad emocional, inconformidad con algunos rasgos corporales, apego inestable, baja habilidad para afrontar conflictos, pocas o nula restricción religiosa o moral, hostilidad, baja autoestima, poco competitivo, muestras de estrés y dolores frecuentes, son elementos de riesgo que, aunados a factores precipitantes y ausencia de factores protectores, pueden orillar a un preadolescente a una ideación suicida de riesgo.
Para la valoración se requiere conocer dos escenarios: el hogar y la escuela, pues muchas veces el comportamiento no siempre es coincidente en uno y en otro. Los padres conocen más a sus hijos (según) y muchas conductas no las consideran de cuidado.
Por ello, cualquier intervención de protección y prevención en las escuelas favorece a la disminución del riesgo suicida y ayuda a incrementar condiciones favorables de salud mental en los escolares, niñas y niños.
Iniciativas como la Ley de Convivencia Libre de Violencia en el Ambiente Escolar, de la diputada queretana María Alemán, y otras en torno a la prevención de adicciones, reforzarán los cuidados que debemos procurarle a nuestra infancia queretana.
Siempre es deseable que las iniciativas de ley sean elaboradas convenientemente y tengan una aplicación práctica en los hechos. Hagamos que esto funcione y seamos más participes con nuestros hijos y con lo que las instituciones nos ofrecen. Es lo menos que podemos hacer, ¿no creen?
Por: Juan Carlos García Ramos
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