Hoy en día, en el entorno de las políticas de empresa u organización laboral, se expresan valores como la calidad, la eficiencia y la productividad, donde los trabajadores se ven sujetos a un sobresfuerzo con el fin de alcanzar las metas establecidas. Cabe señalar que tal acepción ha sido tomada con iguales matices por la sociedad en general. Triunfar en la vida laboral a pesar de cualquier circunstancia sin importar que el perfil profesional, por ejemplo, no coincida con el perfil de puesto requerido.
En este marco, el trabajo ya no solo es visto como el elemento obligado para atender necesidades (económicas, sociales) del trabajador, sino como una meta-esfuerzo necesaria extra a favor de un nuevo ideal: ser un “líder del esfuerzo”. Esta denominación de líder y auténtico triunfador de una sociedad que emula la acumulación de éxitos como filosofía de vida, que nunca llega a culminar porque el mismo trabajador termina compitiendo encarnizadamente por controlar su entorno, a compañeros de trabajo y a pasar por encima de amistades cercanas. Este escenario de violencia laboral se convierte en un ‘ring’ de lucha humana moralmente tolerado.
El acoso laboral psicológico (‘mobbing’) es sin duda un problema muy estudiado por la psicología clínica, del trabajo y social, pero poco abordado por el derecho y la criminología, pues a pesar de presentarse frecuentemente, no tenemos en México una legislación clara y precisa que la pueda sancionar. El fenómeno existe y perjudica el desarrollo personal y profesional del trabajador y la imagen de la empresa o institución.
El ‘mobbing’ consiste en actitudes hostiles frecuentes y repetidas a una persona en el lugar de trabajo (Heinz Leymann, 1996). Su manifestación es una forma particularmente grave del estrés psicosocial, mantenida por varios actores y con la complicidad, muchas veces, de los directivos. Esto es al trabajo lo que en la escuela llamamos acoso escolar (‘bullying’).
El también llamado acoso laboral, presenta características sintomáticas comunes con otro tipo de conflictos psicológicos y puede ser muy grave, ya que trae consigo daños irreversibles en el área emocional, comportamental, biológico, individual, familiar y social.
La victima que lo sufre, al inicio piensa que es algo normal y que es consecuencia de un desempeño negativo de su mismo trabajo; sin embargo, el acosador o acosadora continuará su actuación hasta lograr el propósito que se ha planteado: denigrar a su víctima y/o que presente su renuncia. Esto último es el resultado más común aún a pesar de sostener el conflicto y actuar legalmente contra el acosador e institución.
Dos colegas (Norma Banda Mendoza y Nerea Velázquez Gudiño) se han permitido retomar el asunto en cuestión y realizar un estudio en dos de los sectores preferidos por el ‘mobbing’: salud y educación. Ellas parten de que los daños psicológicos asociados a la presencia del acoso psicológico laboral, a largo plazo, pueden conducir a estados de depresión, ansiedad, baja autoestima, pérdida de interés por el trabajo, fallos de memoria, estados de frustración, sobrepreocupación y alteraciones emocionales. Algunas personas llegan a presentar cuadros de estrés postraumático y otras han requerido hospitalización psiquiátrica. El escenario laboral puede ser tan diverso para que el ‘mobbing’ pueda presentarse, por ello la importancia de conocer a fondo los casos específicos de ‘mobbing’. Tarea bastante complicada, pues muchas personas se resisten a describir su situación y mucho menos a presentar una denuncia, aunado a las limitaciones institucionales para realizar una investigación.
El reto está. Si eres una persona que ha pasado por tal situación, ponte en contacto. El ‘mobbing duele’, pero callar duele más.
Por: Juan Carlos García Ramos
Psicólogo Clínico
Blog: www.psicologogarciaramos.bligoo.com.mx