Si supieras que te resta poco tiempo de vida, ¿cambiarías tu manera de vivir o seguirías haciéndolo como hasta ahora? Esta pregunta se la planteé a mis alumnos de Alta Dirección, en la maestría en administración de la Universidad Autónoma de Querétaro. Uno de ellos, un joven ingeniero, respondió así: “Pues empezaría a pasar menos tiempo en fiestas y más con mi familia”.
Otros harían más cosas divertidas y menos tareas rutinarias y he referido en esta serie ejemplos de enfermos terminales que decidieron “echarse una cana al aire” en vez de pasar sus últimos días en la sombría cama de un hospital.
Y, por otro lado, hay individuos perfectamente sanos que optan por hacer una lista de las cosas que les gustaría hacer antes de morir y se encargan de irlas cumpliendo poco a poco. En mi investigación encontré varias de estas historias, que ahora te comparto.
Tomemos el caso de Tricia, quien incluyó 100 cosas en su lista, de la cuales ya llevó a cabo una cuarta parte. De las realizadas, su favorita fue el poder ver a los osos polares en su medio ambiente natural, en Alaska, lugar a donde piensa regresar muy pronto. Lo que menos le gustó fue esquiar en la nieve. “Solo esquié 10 minutos y después me dije ‘¡bueno, ya fue más que suficiente!’. No lo haría de nuevo, pero por lo menos lo intenté”, comenta satisfecha.
De lo pendiente, hay tres deseos que le encantaría cumplir: visitar la Antártica, pasarse un mes en Tahití y aprender a hablar con fluidez el español. ¿Algún voluntario que se preste a ayudarle?
Otro caso es el de Patti, quien tiene una lista de 40 cosas, once de las cuales ya volvió realidad. Lo que más le gustó fue viajar a la Antártica (que es por lo visto parece uno de los lugares más exóticos por conocer). De lo que le falta por cumplir, es tener la oportunidad de presenciar una aurora boreal (que hará este mismo año), así como ser testigo de la migración anual de los ñus (antílopes africanos) en la meseta del Serengeti.
De las historias que tuve oportunidad de leer, la mayoría son narradas por mujeres, lo cual me habla de un admirable sentido de aventura del elemento femenino, curiosamente ausente en los otrora tozudos varones.
La que me pareció más interesante es la de Vicky, quien incluyó 100 acciones en su lista de pendientes. “Mi lista – sostiene la aventurera – me anima a esforzarme por hacer cosas que valgan la pena y en ésta he incluido sueños, metas personales, propósitos profesionales y lugares por conocer, para disfrutar mi vida al máximo”.
De lo ya realizado, lo que más le ha llenado es encontrar por fin al amor de su vida, conocer al Dalai Lama, y volar en parapente, un planeador ligero, sobre la campiña nepalesa. Lo que menos disfrutó fue haberse animado a probar un veneno de serpiente.
Cuando se le preguntó si recomendaría a otros hacer una lista de sus últimos deseos, respondió entusiasmada: “¡Por supuesto! Nadie sale de aquí con vida, así que debes vivir en el presente y aprovechar todas las oportunidades que puedas. Lo principal en tu lista no deberían ser las cosas materiales, ni las ganancias monetarias, sino cosas que tú desees realizar para que siga resultando divertido tu sendero de vida”.
Brenaly Chisman es otra de las mujeres que ha realizado cambios sustanciales en su vida tras plantearse qué podría hacer antes de “checar de salida” de este mundo. He aquí su testimonio:
“Muchos años sentí que estaba viviendo al día, sin experiencias realmente memorables. Muchos de los logros que la sociedad reconoce como exitosos, nunca me resultaron atractivos, ni a mí ni a mi pareja.”
“Así que los dos renunciamos a nuestros trabajos y nos deshicimos de casi todas nuestras pertenencias, para vivir una vida más simple. Algunas de las cosas de las que nos despojamos no solo eran valiosas en el sentido económico, sino que estaban asociadas a la nostalgia de los recuerdos placenteros. Para decirlo en pocas palabras, no ha sido fácil. Sin embargo, creemos que el esfuerzo y los sacrificios que estamos haciendo son una prueba del compromiso que hemos asumido para cambiar nuestro estilo de vida”.
“Lo que más valoro es haber dejado atrás el estrés y despojarme de las cargas que representaban mis posesiones; saber que lo poco que tengo lo llevo conmigo a donde vaya. Atrás quedaron los tiempos de desperdiciar el dinero en cosas materiales que realmente no me dejaban ninguna satisfacción. Lo más increíble ahora es poder pasar más tiempo en medio de la naturaleza”.
Cuando se le preguntó qué le diría a aquellos que estuvieran ya cansados de la manera en que viven, contestó: “¿Pues qué esperas? El momento ideal para hacer un cambio en tu vida es ahora; ésta es demasiado corta para vivirla sin felicidad, así que haz lo que tengas que hacer para poder ser feliz”.
Y a ti, lector/lectora, ¿qué te detiene para empezar tu lista?
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa
