Entre las poquísimas cosas en las que no estoy por completo de acuerdo con Aguilar Camín figura su fascinación por el gradualismo reformista. Con el paso del tiempo, prefiero los cambios paulatinos y duraderos a las convulsiones revolucionarias. Pero, a diferencia de Héctor, pienso que en coyunturas y países determinados, por muy reformador que pueda ser el gradualismo, no se encuentra a la altura de las necesidades, expectativas, ni de las posibilidades.