Qué distingue a una familia tradicional de una que ha dejado de serlo? La familia tradicional, como sabemos, está conformada por un hombre y una mujer unidos en vínculo matrimonial. Las familias no tradicionales responden, en cambio, a realidades diversas: las de adultos divorciados, separados o viudos; familias intergeneracionales (abuelos, padres y nietos que viven … Leer más
Qué distingue a una familia tradicional de una que ha dejado de serlo? La familia tradicional, como sabemos, está conformada por un hombre y una mujer unidos en vínculo matrimonial. Las familias no tradicionales responden, en cambio, a realidades diversas: las de adultos divorciados, separados o viudos; familias intergeneracionales (abuelos, padres y nietos que viven bajo un mismo techo); las de un hombre y una mujer que cohabitan sin la mediación del vínculo matrimonial; las encabezadas por una madre o padre soltero y las conformadas por parejas homoparentales.
Como se ha documentado ya en esta serie, la hegemonía de la familia tradicional ha ido cediendo paso a las formas familiares antes descritas. Sobre este particular, Wendy Yareli Ruiz Méndez, quien forma parte del Observatorio Nacional sobre Violencia entre Hombres y Mujeres, adscrito a la Universidad Autónoma Metropolitana, afirma: “La familia como institución se está perdiendo, puesto que tanto hombres como mujeres han decidido realizarse personalmente a través del ámbito laboral, y ya no como antaño a través de la conformación de una familia”.
El vacío paulatinamente dejado por la familia tradicional está siendo ocupado por las nuevas estructuras que, más que sustituir a la primera, la complementan. El problema estriba en que quienes se oponen a las nuevas variantes hacen creer que este proceso es de alguna manera atribuible a una especie de plan maléfico para aniquilar el sagrado núcleo hombre-mujer. De ahí que aduzcan la necesidad de salir a las calles para “defender a la familia”, como si algún ente perverso estuviese tramando aniquilarla.
Como es sabido, campañas propagandísticas como la organizada recientemente por el Frente Nacional por la Familia (FNF), con la bendición de la Iglesia Católica, se sustentan en exageraciones y verdades a medias. A través de marchas, espectaculares, desplegados en prensa, espacios en medios electrónicos, páginas web, blogs y otros recursos – que bien valdría preguntarnos cómo fueron financiados – se ha generado animadversión a nombre de una supuesta tolerancia.
Por un lado, Monseñor Faustino Armendáriz, obispo de la diócesis de Querétaro, declara que el propósito de las marchas ha sido “la paz”, ya que “nunca hemos predicado la discriminación ni el odio para nadie”. Sin embargo, resulta preocupante que la campaña del FNF haya girado en torno al nada pacífico lema de “no te metas con mi familia” (es como si
Gandhi hubiese predicado su amor por la paz al grito de “¡no te metas conmigo!”).
Silvia Gutiérrez Vidrio, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, revela que en campañas de esta factura se fabrica una engañosa oposición entre el “bien” y el “mal”. Ante la dicotomía, se compele al público a tomar una postura en favordel bien (en el caso que nos ocupa, “respetar a la familia natural entre un hombre y una mujer”) y en contra del mal (las “ideologías alienantes del ser humano” denunciadas por el padre Hugo Valdemar Romero, de la Arquidiócesis de México).
Gutiérrez Vidrio, quien es doctora en sociología por la UNAM, manifiesta que las estrategias propagandísticas llevan como propósito provocar el miedo, al que define como “un sentimiento de angustia experimentado por la presencia de un peligro, real o imaginario…de una amenaza”. De acuerdo con ella, por medio de estas tácticas se toma ventaja de “las creencias de la audiencia y sus conjeturas sobre el peligro para poder lograr ciertas metas o fines”.
Como alternativa ante la fórmula de hacer la paz con el garrote en mano, yo hago en cambio un llamado a la comprensión, la apertura y la concordia. Para empezar, es hora de prestar atención a investigadores como la Dra. Elisabeth Beck-Gernsheim, una socióloga y filósofa alemana, quien caracteriza la evolución de las estructuras familiares de la siguiente manera: “¿Qué viene después de la familia?, muy simple: ¡la familia! Solo que diferente, incluso mejor: la familia negociada, familia alternativa, familia múltiple…nuevas variedades”.
Para finalizar, no es mi intención simplificar de más lo que es a todas luces complejo. No en balde Raj Ghoshal, un sociólogo de la cultura, sostiene que el matrimonio entre personas del mismo sexo es una práctica social que inevitablemente “repercute en opiniones relacionadas de manera profunda con la moralidad sexual, la familia, la religión, los derechos de igualdad y la separación entre iglesia y estado”.
Como se verá, hay demasiadas cosas en juego. De ahí la importancia de empezar a dialogar desde la cordura, dejando de lado las amenazas, sean estas sutiles o no.
(*) Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa