Creo que debemos de recuperar el hábito por la limpieza de la ciudad y trasmitirlo a las nuevas generaciones que, desafortunadamente, están más preocupadas en utilizar el celular o la ‘tablet’, que en limpiar. No es una obligación del Gobierno la limpieza de las calles, puesto que, si bien el Estado tiene que facilitar los mecanismos para la limpieza, el hábito o el valor (si le podemos llamar así) corresponde a la persona.