Martha Irene Delgado Parra
Doctora en Comunicación Social por la UPF de Barcelona, maestra en Artes Visuales por la UNAM y licenciada en Diseño Gráfico por la UVM. Asesora de proyectos de comunicación visual.
«..es difícil mantenerte ajeno a la realidad de millones
de personas que viven en una condición de anonimato,
en las sombras, en la invisibilidad, con duras circunstancias…»
Alejandro G. Iñárritu
Carne y arena (virtualmente presente, físicamente invisible), es una instalación de realidad virtual realizada por Alejandro G. Iñárritu, con fotografía de Emmanuel Lubezki. Pretende que el visitante se sumerja en una experiencia semejante a la que viven los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, en su intento por cruzar de forma ilegal la frontera entre Sonora y Arizona; no como espectador, sino como sujeto activo inmerso en una situación límite.
El recorrido se hace en solitario, tiene una duración de 15 minutos. Se atraviesa por tres diferentes fases, una de tipo sensorial, otra virtual y una documental; en conjunto, recrean un momento que puede llegar a ser perturbador. No es apto para menores de 15 años, ni para personas con claustrofobia, afecciones cardiacas, antecedentes de convulsiones, epilepsia o sensibilidad a luces intermitentes.
Para este proyecto, Iñárritu desarrolló una investigación de campo de manera personal. Todas las historias que se presentan son verídicas, lo cual favorece la empatía y la credibilidad desde el inicio; este antecedente, hace pensar en aquellos desconocidos que no llegaron a dicho punto geográfico, aquellos a los que la fatalidad les condujo por caminos más viles.
Carne y arena es una invitación a reflexionar sobre el rechazo que viven los inmigrantes, a reconocer que se trata de una crisis humana, no de un hecho aislado y lejano. Una aproximación a las personas que apuestan su existencia, con el anhelo de alcanzar las condiciones mínimas de supervivencia. La compasión es la forma más sublime de relación con un ser humano –refiere Iñárritu– y, es precisamente lo que busca a través de esta tecnología, ‘ponerse en el lugar del otro’ para entenderlo mejor y así, abrir espacio a la hospitalidad. Es un recordatorio de que ‘todos estamos hechos de lo mismo, pero jugamos diferentes roles’ y, que en cualquier instante, esto puede cambiar.
La instalación se presentó en el Festival de Cannes –primer trabajo de realidad virtual incluido en la selección oficial–, después en Milán y Los Ángeles y, a partir del 18 de septiembre, en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la Ciudad de México. En marzo de 2018 estará en Atenas y en París y, se contempla llevarla a Washington D.C., con la intención de incidir en las decisiones políticas.