El órgano ejecutivo de Venezuela en cabeza de Nicolás Maduro demuestra en cada uno de sus actos que ésta lejos de tener un coeficiente decente de inteligencia.
La última, por el momento, es que enviará aviones para recoger a los millares de conciudadanos que quieran regresar a su país y que se fueron huyendo de la falta de alimentos, el desempleo, la delincuencia y una galopante inflación que impide que el dinero que ganan más los subsidios alcancen para la canasta familiar.
El encuentro regional de Quito (Ecuador) sobre la emigración venezolana que terminó el 4 de septiembre contó con la presencia de 11 países de América Latina señaló la necesidad de seguir recibiendo emigrantes dentro de un sentido de hermandad y solidaridad y además le pidieron al gobierno de Nicolás Maduro aceptar la ayuda humanitaria para aliviar la crisis humanitaria que vive su país.
A todas estas Maduro sostiene que existe una campaña para promover xenofobia contra los venezolanos en el exterior cuando los hechos se encargan de mostrar que varios de ellos son asesinos que merecen la pena de muerte, sin necesidad de juicio, porque han asesinado a personas que les han dado posada y alimentación para hurtarles lo que tienen.
En Cúcuta, capital del Norte de Santander (Colombia), para citar solo un ejemplo, crearon cárteles para extorsionar, hurtar y delinquir a cielo abierto, sin el menor temor, lo que provocó la reacción inmediata de bandas locales que salieron en defensa de su territorio lo que dejo un buen saldo de asesinatos sin que las autoridades hicieran algo para detenerlos.
Las fronteras pueden dar testimonio del paso de ese mal rebaño proveniente como también de la gente buena que va dejando su piel y hasta su vida para que sus hijos y ellos tengan un mejor futuro.
Muchos de los venezolanos que hoy huyen llevan con ellos su amargura y odio que lo desbordan en cualquier momento porque no se les dan en forma inmediata lo que necesitan cuando lo cierto es que tienen años de no recibir una atención decente y gratuita.