Pedro L. Jáuregui
El Papa Francisco agradeció a Colombia por otorgar un Estatuto Temporal de Protección por 10 años a los emigrantes venezolanos y destacó la valentía de hacerlo pese a los problemas económicos, sociales y de seguridad que enfrenta el país sudamericano.
Por su parte, el presidente del país, Iván Duque, a través de su cuenta de Twitter agradeció al papa sus palabras y reiteró el compromiso del país con los hermanos venezolanos.
Pero mientras el Papa mira con admiración, la determinación del Gobierno colombiano, por el momento que vive el país, las voces de protesta se escuchan por todas partes, especialmente en la frontera con Norte de Santander, donde los inmigrantes se tomaron la ciudad de Cúcuta.
Calles hediondas, convertidas en escondites de ladrones, venta de drogas y burdeles a medida que llega la noche es común observar en la ciudad que en el pasado disfrutó de la Venecia Sudamericana, pero que ahora ve como víctima de la desgracia del vecino país.
La apertura social y económica de Colombia con el Estatuto Temporal al vecino país da como consecuencia que los casi dos millones de venezolanos, que hay en el país, adquieran de manera prioritaria los mismos derechos que los nacidos en el país cuando lo cierto es que hasta el momento el 90 % vive de la economía informal y el 56 % no cuenta con un estatus migratorio regular.
Para muchos nacionales el ‘Estatuto’ es un ‘regalo anticipado’ de Navidad para los venezolanos en aras de un apoyo político a corto plazo aunque también se puede considerar como una hábil e inteligente jugada porque en ese momento en el país se hablaba de masacres, asesinatos de líderes sociales y ausencia de vacunas contra la covid-19.
Como de costumbre el tiempo el dará la razón al que la tenga.