Qué razón tenían nuestros abuelos cuando nos decían que disfrutáramos cada momento o que no diéramos las cosas por sentado
Gerardo Ángeles
Qué razón tenían nuestros abuelos. Hoy no les voy a hablar del COVID-19. Creo que ya tenemos suficiente información sobre eso. Han pasado más de 10 semanas y tenemos claro que, aunque extrañemos muchas cosas, podemos vivir sin ver futbol, sin asistir a conciertos, sin ir a una feria o pasear en una plaza o comernos unos taquitos en el puesto de la esquina.
Pero no ver a los papás, a los hermanos, a los compadres, a los amigos, no darle un abrazo bien apretado a las mamás o a las abuelas en su día… eso sí que es difícil.
Nunca pensé que nuestras mamás nos dirían algo como: “no vengas a verme, por favor, quédate en tu casa y cuida a tu familia”. Y eso a pesar de vivir en la misma ciudad o hasta en la misma colonia, y sabiendo que además teníamos todo el tiempo del mundo para hacerlo ¡Cómo nos ha cambiado la vida esta experiencia! ¡De ese tamaño es la lección que nos ha dado!
Por eso en estos días me he acordado tanto de las palabras de mi abuela: “Yayo, me decía, no des por sentadas las cosas. Disfruta cada momento de la vida”. Y eso quiero hacer. Disfrutar la vida también es ayudar a que otros la disfruten. En el servicio a los demás se encuentran grandes lecciones y profundas alegrías.
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Y en eso las mamás ponen el ejemplo, porque piensan en todos antes que en ellas. Como me dijo doña Lupita, que tiene una frutería en Lomas de Casablanca, en uno de los últimos recorridos que hice por mi distrito, antes del 10 de mayo: “Mira, Gera, la verdad es que yo no estoy pensando en que mis hijos vengan a verme el domingo, y que festejemos el 10 de mayo y que me traigan regalos y todo eso. Yo lo que quiero es que se cuiden, que cuiden a mis nietos, para que ya pronto nos volvamos a reunir y podamos estar todos juntos y abrazarnos y darle gracias a Dios por estar bien”.
Y así será. Estaremos todos juntos si nos cuidamos y nos ayudamos unos a otros. Si no damos nada por sentado y aprendemos a disfrutar y valorar cada momento de la vida, ayudando a otros a hacer lo mismo. ¡Qué razón tenía mi abuela!
GCS