Debido a su costo, es difícil que un propietario esté dispuesto a ceder gratuitamente sus terrenos para la construcción de una calle o un área verde
Salvador Tapia García/Consejo Ciudadano de Urbanismo
@ConsejoUrbanQro
Quienes usamos una calle, una banqueta, los carriles de circulación o un área verde nos hemos beneficiado o perjudicado de las temporadas de lluvia. Su disfrute depende de la buena planeación y mantenimiento de la infraestructura pluvial porque el uso de estos bienes es indispensable pero, ¿nos hemos detenido a pensar por qué no existen en iguales condiciones para todos? Una respuesta la encontramos desde la economía urbana.
En el mercado del suelo urbano, como en los mercados en general, no existe la competencia perfecta; economistas como Pigou (1928), Baumol & Oates (1975), Kay & Vickers (1988) y Aranson (1990) han identificado fallos en el mercado, entre los que se encuentran las externalidades que son generadas por las diferencias entre los costes (beneficios) sociales y privados.
Debido a su costo, es difícil que un propietario esté dispuesto a ceder gratuitamente sus terrenos para la construcción de una calle o un área verde pero, establecer cobros en todas las calles y jardines tampoco sería la solución.
Es así como se requiere que el Estado intervenga ante esta falla en el mercado del suelo urbano para proveer estos bienes y servicios de forma justa y equitativa. Me refiero a bienes y servicios que difícilmente son suministrados por el mercado porque como lo afirma la economista Claudia Pérez Forniés “son muchos los bienes y servicios que precisa una urbe para su funcionamiento diario y, en muchas ocasiones, muy pocos los agentes dispuestos a ofrecerlos en el mercado.”