En el envío de dinero, Western Union ganó en total unos mil 250 pesos (unos 63 dólares).
Daniel Lizárraga
Los miles de mexicanos y, en general, latinoamericanos no solo tienen que aguantar los malos tratos de algunos patrones en Estados Unidos para mandar dinero a sus familias. Las empresas dedicadas al envío de las remesas a nuestros países representan una segunda aduana donde los acuchillan. Una de ellas, sin duda, es la más famosa Western Union.
Desde hace cuatro meses vivo en San Salvador. El pasado 18 de marzo, debía mandar dinero a mi hija que se encuentra en Guadalajara, Jalisco. La lentitud burocrática, acentuada por los tiempos de pandemia, ha hecho imposible que tenga aprobado un permiso de trabajo y, con ello, tramitar alguna tarjeta bancaria. Alguien me sugirió que usara los servicios de Western Union, como lo hacen miles de personas, sobre todo para el reenvío de remesas desde Estados Unidos.
– Es rápido; en unas horas estará allá– me recomendó el colega –Alguna vez yo pude cobrar un envío en una Farmacia Económica, una que está, por cierto, cerca de tu casa.
Uno o dos días después me apersoné en la sucursal de Farmacias Económicas en Multiplaza. El envío de dinero sería casi automático; tenía razón el colega. El único requisito que pedían era una copia de mi pasaporte, que, por cierto, no traía conmigo. Horas más tarde volví; todo estaría en orden.
La cajera me cobró 14 dólares por el envío (alrededor de 277 pesos). Western Union es un buen negocio, pensé mientras salía de la farmacia. Luego me detuve un momento y escribí un mensaje de texto: “400 dólares en camino. Busquen en dónde pueden cambiar el dinero; deben ser unos 7 mil 900 pesos al tipo de cambio de estos momentos. Acá ya pagué la comisión, por si te llegan a reclamar algo”.
Al día siguiente sí llegó, pero la respuesta: Western Union cobró a 17 pesos con 44 centavos cada dólar, es decir, por debajo de los bancos y las casas de cambio en México. Mi hija recibió 6,978 pesos.
En el envío de dinero, Western Union ganó en total unos mil 250 pesos (unos 63 dólares). ¿Por qué una empresa como esta puede poner el cambio de moneda bajo sus propias reglas? ¿Quién o quiénes regulan esto? Pensemos por un momento en los miles de mexicanos que mandan dinero cada 15 días o mensualmente a sus familias en México.
Si tomamos en cuenta que, por cada transacción, cobran una comisión y eligen el tipo cambiario bajo sus propias condiciones, esto es más que un negocio. Estamos, sin duda, ante un abuso.
El pasado 11 de enero, el director de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Ricardo Sheffield, declaró que Western Union era la peor opción para las remesas de los mexicanos en Estados Unidos toda vez que cobran comisiones mucho más altas que otras empresas que se dedican al mismo negocio.
Es lamentable que el titular de Profeco solo haga recomendaciones o advertencias. En los hechos, eso no pesa ni importa. Western Union puede seguir poniendo la tasa de cambio peso-dólar como les venga en gana.