El presidente lo sabe bien. Nuestra labor no tiene como objetivo conseguir votos para ganar una elección
Roberto Mendoza
¿Cuál es el papel de la oposición política en el país? Pareciera que la oposición está, como lo ha dicho el presidente muchas veces, derrotada y moralmente es inoperante, incluso pareciera bastante cómoda con el estilo de gobernar del mandatario. Sus antagonistas son algunos periodistas que alzan la voz con el volumen que pueden, algunas asociaciones, varios intelectuales y algunos editorialistas. Por supuesto, también hay algunos políticos que, en lo personal, se oponen al régimen.
Durante su conferencia mañanera, el presidente combate las noticias que se publican en medios de comunicación y en redes sociales para, según sus propios dichos, desactivarlas; incluso cada miércoles hay una sección específica donde se señala como mentiras algunas notas y editoriales y se solicita a los propios ciudadanos denunciar el trabajo periodístico que califiquen como falso.
Son pocos los señalamientos en estas conferencias sobre políticos, porque el Gobierno sentó un precedente a los que quisieran ser opositores reales: cárcel o desgracia económica, así el caso de Rosario Robles o el del magistrado Medina Mora. Pronto veremos cómo le va a Ricardo Anaya. El presidente ha sido muy claro: si se meten con él, hay consecuencias. A los periodistas no les ha ido mucho mejor; de hecho, México es uno de los países más peligrosos para ejercer esta labor. El mes pasado simplemente fueron asesinados tres comunicadores; uno de ellos incluso le había pedido al presidente su intervención porque sentía su vida en peligro.
El presidente lo sabe bien. Nuestra labor no tiene como objetivo conseguir votos para ganar una elección. Ningún comunicador hace una investigación para después ser candidato; tampoco es el objetivo de un editorialista, porque, en el momento que se convierte en político, deja de ser periodista. No somos la oposición del presidente. Lo más que hacemos son investigaciones que desentierran secretos, corrupción y torpezas del poder, que desenmascaran las mentiras y transparentan la incongruencia moral y política. Es la sociedad la que difunde, muchas veces de boca a boca o en redes sociales, nuestras investigaciones y opiniones.
El presidente se pelea con periodistas, medios, editorialistas, intelectuales y presuntos ‘influencers’ porque sabe que su poder es desigual, que no tiene que preocuparse por ellos; con llamarles mentirosos es suficiente. Mientras, algunos políticos negocian recibir un pedazo del poder y del dinero de todos sin estar dispuestos a arriesgar nada. ¿Cuánto más durará esto? ¿Cuándo la oposición va a representar a los que no estamos de acuerdo con el presidente?
Los periodistas hacemos denuncias públicas, pero no somos una fiscalía. El periodismo puede llegar a incomodar, incluso a molestar. Un político verdadero puede cambiar el país; eso pensamos en 2018. ¿Habrá políticos que quieran dar el siguiente paso? ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar? NO estoy llamando a las armas ni a romper los vidrios; estoy preguntado si hay un político que esté dispuesto a tener la imaginación, la paciencia, la valentía y sobre todo la integridad de decir no al poder para su comodidad y riqueza, que esté preparado para combatir a este régimen, desde la lucha política. ¿Y si no hay? ¿Y si para todos ellos es mejor acomodarse?
