Daniel Lizárraga
La rendición de cuentas es un asunto prioritario en el funcionamiento de las democracias actuales, en cualquier parte del mundo. En México, hasta antes del año 2000 esto era una utopía. Hoy, con escollos y logros, la historia es distinta.
Sí, distinta pero también inacabada. Por eso, el ejercicio periodístico que hoy se publica en el AM de Querétaro no es poca cosa. Por el contrario, es una de las maneras que, desde el periodismo, se ha diseñado para medir el avance de las promesas de campaña.
Cuando se anuncia un programa o proyecto de gobierno en cualquier nivel ya no deberían mirarse únicamente como discursos para llevar votos a las urnas. No, esto ya es distinto.
El ejercicio que publica el AM de Querétaro es un termómetro sobre el avance de aquellas promesas de campaña y es también, sobre todo, un ejercicio de rendición de cuentas. Los y las lectoras pueden observar quién ha cumplido y quién no.
Y, por otro lado, los políticos -sin importar a qué partido pertenezcan- sabrán que esta forma de rendición de cuentas significa también un termómetro sobre el ritmo que llevan sus administraciones; dónde apretar el paso.
La rendición de cuentas corre transversal. Por ello, no distingue fuerzas políticas. Los y las lectoras, con este ejercicio, medirán si quienes encabezan las administraciones públicas han ido cumpliendo con sus promesas.
La gente será quién aprobará o no.