Gonzalo Flores/Infrasónico
Las herramientas tecnológicas han hecho posible que melómanos de todo el mundo puedan conectarse al mismo tiempo a un concierto. Ya sea por transmisiones oficiales o de los propios asistentes en redes sociales, es posible que alguien en México y Australia, por ejemplo, estén conectados en una transmisión desde un evento que se realice en el desierto de Indio, California.
El festival Coachella, el más importante de Estados Unidos, lo permitió este fin de semana. Así, actos como la legendaria Blondie y su invitado Nile Rodgers, The Chemical Brothers, Underworld, la mexicana Bratty (única del país en la edición de este año), The Lindas Lindas, The Breeders, Yaeji, Monolink, WhoMadeWho, Gorillaz, Los Fabulosos Cadillacs, así como el fenómeno mundial Blackpink, entre muchos otros, se disfrutaron gracias al streaming.
Previo a la pandemia, las transmisiones en directo ya se utilizaban por festivales como el Vive Latino o el propio Coachella, aunque no se podía acceder a toda la gama de proyectos musicales.
Actualmente, Coachella abrió canales en Youtube de todos sus escenarios y para todos los artistas, pero la nota la dieron los actos estelares de Björk y Frank Ocean, quienes no autorizaron la transmisión de sus presentaciones durante el domingo, aunque en un principio estaban consideradas por los organizadores, situación que decepcionó a los navegantes de la red.
Por otro lado, el domingo, en el Lunario de la Ciudad de México, se presentó Placebo con un show íntimo, quienes no permitieron el uso de celulares ni cámaras de video durante su presentación. Incluso comentarios en redes señalaban que era como regresar a los conciertos en la década de los 90, donde la experiencia del concierto se guardaba en la memoria únicamente y no en los teléfonos celulares.
Brian Molko y Stefan Olsdal consideran que la experiencia libre de teléfonos, brinda una mejor apreciación de la actuación de la banda en directo y una mejor interacción con el público. Jack White o Alicia Keys han optado por esta medida.
Tanto el streaming como la experiencia libre de teléfonos tienen sus ventajas. Gracias al streaming es posible seguir un concierto al otro lado del mundo. Las experiencias libres de teléfonos permiten un mayor disfrute de una presentación; aunque, sin la solicitud del artista, muy difícilmente el público dejará de grabar en los conciertos para llevarse en la memoria de su teléfono parte de su vivencia.
¿Transmitir o no transmitir? ¿Grabar o no grabar? He ahí el dilema del melómano. ¿Podrá la memoria mental resistir los embates de la era digital? ¿Para ti, lector, es necesario grabar un concierto al que asistas?