Roberto Mendoza
La narrativa que el presidente Obrador intentó implementar para su gobierno es la de “el viaje del héroe”, ese monomito que nos ha contado tantas historias. Se convertiría en el héroe que lucha contra una parte del pasado ( Calderón, Salinas, el conservadurismo, la corrupción…), reconoce la sabiduría de algunos maestros ( Benito Juárez, Lázaro Cárdenas, Chico Ché…) se embarca en la aventura de gobernar, resuelve uno que otro problema (La salud, la educación, el crimen, la corrupción..), se encuentra que es muy fácil gobernar y no sólo gobierna sino implementa nuevas acciones y leyes (Abrazos, no balazos, sembrando vida, tren maya, AIFA, la ley electoral, la energética..), resurge como un líder, reconocido internacionalmente por conocer la fórmula que soluciona problemas mundiales (Ucrania, la crisis argentina, Peruana, Nicaragüense…) finalmente queda como referencia de liderazgo mundial.
Al escribir o producir una historia un escritor manipula su realidad y sus personajes, puede hacer que las cosas pasen simplemente porque quiere, acomoda los acontecimientos a su capricho o a las necesidades de su narración. En la vida cotidiana esto no pasa, la vida es caótica y no se rige con las reglas que el ser humano le dicta, los acontecimientos no tienen el orden que a cada quien le parece lógico, suceden y no hay forma de predecirlos.
Una de las acciones que actualmente más daño hace es “Abrazos, no Balazos”, es una narrativa de tipo épico, el presidente intentó manipular la percepción al asegurar que no se debe combatir la violencia con la violencia, eliminar el ojo por ojo y combatir las causas, es una maniquea forma de implementar el pacifismo. La diferencia es que la idea del pacifismo es el combate de la sociedad hacia el poder establecido, no al revés, las luchas ideológicas contra el Estado que es quien tiene el monopolio de la fuerza, para no provocar ni caer en la tentación violenta, sino decirle, gritarle al gobierno que no porque tenga la fuerza tiene la razón. La lucha del pacifismo es para buscar que un poder más fuerte entienda, a través de las acciones pacificas, que hay otras formas no solo las acciones de extrema dureza.
¿Qué pasa cuando un gobierno, que es el representante del Estado, le pide de manera amable a los delincuentes que se porten “bien”? Primero reconoce que su fuerza es igual o mayor que la suya y si además les ofrece la amnistía de los abrazos, desde el punto de vista de los delincuentes es débil y permisivo. Este gobierno no supo, ni sabe, porque la mayoría de su mandato ya pasó y está en su última etapa, darle seguridad a sus gobernados.
Las consecuencias de esta ¿política pública? las vivimos a diario, nunca habíamos experimentado tal nivel de violencia, esta administración está derrotada o al menos es omisa. La delincuencia organizada empezó a dar algunos pasos para probar qué tanto podía hacer, hoy sabe que puede hacer todo lo que quiera, casi sin consecuencias. Al amparo de las organizaciones más estructuradas están los delincuentes comunes, los violentos, los inadaptados, los resentidos, que poco a poco han visto que sus acciones, si no son grabadas por una cámara, permanecen impunes, porque la policía no hará absolutamente nada, no tenemos una policía de investigación, incluso la mayoría identifica a los policías como delincuentes con placa, nada impide cobrar el sueldo de policía y luego robarte. “Abrazos no balazos” es una ocurrencia que suena bonita, pero la realidad es más contundente, antes no estábamos mejor, pero hoy estamos peor que nunca, porque cualquiera usa la violencia como más le conviene y sin consecuencias. Los malotes y los malitos están, de facto, en el poder y quieren que este gobierno siga ¿Estamos acostumbrándonos? ¿No queremos un cambio? ¿Queremos un héroe de película o un gobierno serio?