México es un país importante, querido, defendido, respetado e incluso temido por varios países del mundo. Así lo hemos visto en las reacciones mundiales por el asalto de la Policía ecuatoriana a nuestra embajada en ese país. Recientemente se han desarrollado diversos errores en las aduanas, el comercio exterior y la entrada de mercancías al país; le pregunté a Víctor García, quien es director del Centro Nacional de Capacitación y asesoría de Comercio Exterior, cómo se pueden explicar estos fenómenos.
Las aduanas son el punto de entrada de mercancías en todo el mundo a México. Quizá lo primero que se viene a la mente son las cosas de uso más común como electrodomésticos, ‘gadgets’, ropa, muebles, comida y autos, pero también entran por nuestras aduanas medicinas, instrumentos médicos, drogas, balastro y muchas otras cosas que de primera mano no imaginamos, pero que de una u otra forma consumimos y terminan en nuestra casa u oficina y las usamos de manera cotidiana.
En los últimos días de enero de este año, el sistema de aduanas dejó de funcionar. El motivo oficial fue un problema con la electricidad; básicamente “se fue la luz”. Nuestra vida diaria no se vio afectada y, por eso, la mayoría no lo notamos; sin embargo, a decir de García, el problema es grave y la razón de fondo es un falta de coordinación entre las 49 aduanas del país y el Sistema de Administración Tributaria (SAT). Si usted no lo sabe, no son administradas por el SAT, sino por los marinos, y entre las muchas deficiencias de esta decisión está el hecho de que en la academia militar no se imparten materias de comercio internacional, ni tampoco de índole tributario y, con los resultados en varias empresas como el Tren Maya o la nueva Mexicana de Aviación, se ha visto que los soldados tampoco son buenos administradores.
El sistema computacional, administrativo y el proceso logístico de las aduanas son obsoletos. En todo el sexenio, la Armada no ha invertido en un nuevo sistema ni tampoco ha mejorado el actual. En el mundo, los sistemas se actualizan de manera dinámica. En nuestro país, no se ha hecho ninguna mejora desde mediados del sexenio anterior.
Por supuesto que las aduanas en el mundo tienen agujeros, pero en México la corrupción es escandalosa, incluso cínica. Pasar un contenedor con la carga que sea cuesta 200 mil pesos, unos 12 mil dólares, incluso me confirma Víctor que hay un tarifario alterno al de los sistemas oficiales. Entonces quien sea, con dinero, puede introducir al país lo que quiera; es gravísimo. Un ejemplo: medicinas sin control sanitario; lo confiesa la exdirectora del SAT Raquel Buenrostro en una plática en el Instituto Nacional de Formación Política de Morena en la que ella misma explica cómo violó la ley e introdujo un medicamento para el cáncer saltándose todos los lineamientos de la Cofepris y de Hacienda; total… ellos son Gobierno.
La droga (se sabe) pasa; lo han denunciado y señalado no personas, sino gobiernos, como el de Estados Unidos a través de la DEA, e incluso el gobierno de China, con quien hubo un ridículo intercambio diplomático; otro negocio es el de la importación de mercancía electrónica china que se vende a precios irrisorios en grandísimas plazas comerciales del centro de la Ciudad de México y es distribuido a toda la República, sin factura ni NOM, aparatos que se descomponen rápido o no sirven, baratos, pero que son basura. ¿De quién es el negocio del contrabando? Metiendo a la milicia a estas actividades, en lugar de mejorar, ¿no se les terminó dañando? ¿Dónde quedó el dinero del fideicomiso de aduanas que desapareció en 2020? Lamentable es el incidente de la embajada de México en Ecuador, pero nosotros, a los ojos del mundo, no tenemos mucho que presumir. Somos campeones mundiales… en corrupción.
