Miguel Ángel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor
LO BUENO
Querétaro ha enfrentado procesos electorales muy retadores, la alternancia en el poder es una posibilidad y la historia democrática reciente ha demostrado que el órgano electoral ha estado a la altura de las exigencias, ha garantizado fiabilidad y credibilidad. Los partidos políticos, los candidatos (en su momento) y los ciudadanos, pueden dormir tranquilos sabiendo que el árbitro de la contienda es un organismo profesional. Pese a la sentencia de la Suprema Corte de Justicia que revocó la reforma electoral apenas aprobada el pasado 15 de julio por el Congreso local, hay certeza electoral para enfrentar los próximos comicios.
LO MALO
Las prisas con las que, en varias ocasiones, han sesionado los diputados han expuesto las omisiones en el trámite legislativo que, en este momento, ya llevó a tener que reponer la reforma electoral para Querétaro. Además, tras las omisiones que cometieron los legisladores, en caso de que el Congreso local determine legislar, con posterioridad al proceso electoral en curso, deberá llevar a cabo las consultas correspondientes entre los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanas, a fin de respetar sus derechos. Es decir, otra vez tendrán que hacer todo de nuevo, y esta vez hacerlo bien.
LO PEOR
Las condiciones en las que la Legislatura decidió aprobar la reforma electoral dejan muchas inquietudes entre la población, y particularmente entre los representantes de sectores vulnerables, que pugnaron porque la entidad tuviera una reforma incluyente y con accesibilidad. Para considerar las siguientes observaciones: no se respetaron los plazos legales establecidos; aunque las circunstancias de la falta de observancia de los plazos legales para discutir y aprobar el dictamen legislativo fueron hechas del conocimiento del Pleno del Congreso local, esto fue ignorado; y lo más extraño, existen discrepancias entre el dictamen aprobado y el decreto publicado. Muchas fallas que hacen que nos preguntemos ¿se actuó con dolo?