A Dinamarca y México los separan, entre otras cosas, alrededor de 20 horas de vuelo, aproximadamente 14 mil 780 kilómetros, todo un océano, y mucho… pero mucho más lejos está nuestro sistema de salud del suyo.
A inicios de la actual Administración pública federal, se prometió que, en materia de salud, seríamos iguales a Dinamarca. Desde 2018 se volvió costumbre hacer promesas y compromisos que son imposibles de cumplir.
Bien dicen que prometer no empobrece. Gobernar sin planeación y sin conocimiento, sí.
Mientras que en Dinamarca se destinan 6 mil 280 dólares por persona, los cuales en un 85 por ciento son recursos públicos, en México se destinan mil 181 dólares y menos de la mitad provienen del erario.
Los daneses registran 174 muertes evitables por cada 100 mil habitantes; los mexicanos, 665. Amplia diferencia. Allá se destina cuatro veces más el porcentaje del PIB a la salud que aquí. En Dinamarca, hay un médico por cada 244 habitantes; acá, hay uno por cada 417.
En México, se desapareció el seguro popular y pasamos de 20 millones a 50 millones de personas sin acceso a la salud. Se han dado 44 millones de consultas menos que en el sexenio anterior. La política pública en salud no ha sido otra que los recortes presupuestarios y la improvisación (Insabi).
Estos no son otros datos. Son la realidad.
Dice un proverbio, por cierto danés, que “aconsejar a un necio es igual que echar agua en una cesta”.
Algo sabrán. De salud y de refranes.