Karem Montes de Oca
La semana pasada asistí a la colocación de un zapato blanco, un recordatorio de la muerte de una persona peatona en ese lugar. Estar ahí entre tantas personas era estremecedor. Rosy, muy amada presidenta de colonos de Quintas del Marques, caminaba a un centro en el sur de la ciudad a ejercitarse cuando la mataron en la calle. Y por eso quiero hablar de la ciudad y de la prisa de las personas.
Las ciudades son espacios donde convivimos con muchos otros pero, en vez de ser amables, veo a diario una ciudad de egoístas. Pareciera que todos llevan prisa porque normalizamos que los autos vayan a exceso de velocidad por las calles; que se pasen los semáforos todavía en rojo; que le toquen el claxon al de enfrente para que haga una vuelta continua a la derecha que no está permitida. Ante una cebra peatonal y personas ahí paradas, nadie se detiene, nadie es capaz de pisar el pedal de su freno. Es tristísimo de ver.
Si tienes prisa, te invito a hacer una diferencia: a respetar los límites de velocidad; a no invadir cebras peatonales o espacios ciclistas; a darle preferencia de cruce a personas a pie y en bici; a respetar los señalamientos viales y a leer el reglamento de tránsito. No importa que un desquiciado venga atrás de ti. Empecemos con pequeñas acciones individuales pero solidarias que mejoren las vidas de esta ciudad. Todos queremos regresar vivos a casa.
Porque ese día fue Rosy, pero pudo haber sido aglún familiar tuyo y no queremos su muerte en la calle. Ni una muerte vial más.
MT
