Hoy, la reforma judicial ha cobrado fuerza, generando opiniones a favor y en contra. No obstante, es crucial no perder de vista que el énfasis debe estar en mantener la limitación del poder. Una Constitución que toma en serio los derechos humanos debe ser reflejo de la cultura de libertad, igualdad y justicia, así como de la historia y expresiones de la idiosincrasia del pueblo mexicano, tomando en cuenta la experiencia comparada. Si no se integran estos elementos, se corre el riesgo de que deje de ser un espejo de nuestro pluralismo y se convierta en un mero documento del poder en turno.