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Confección de cubrebocas es la ‘nueva normalidad’ en Amealco

Confección de cubrebocas es la 'nueva normalidad' en Amealco. / Foto: Selene Ugalde
Confección de cubrebocas es la 'nueva normalidad' en Amealco. / Foto: Selene Ugalde

Entre limitaciones en educación, trabajo y salud, en la comunidad de San Ildefonso se reconvierte para preservar sus costumbre Miguel Tierrafría Los contrastes irrumpieron en las comunidades indígenas tras la llegada de la COVID-19. Entre la incredulidad de la existencia del virus, las dificultades para acceder a los sistemas virtuales educativos, así como la incertidumbre … Leer más

Entre limitaciones en educación, trabajo y salud, en la comunidad de San Ildefonso se reconvierte para preservar sus costumbre

Miguel Tierrafría

Los contrastes irrumpieron en las comunidades indígenas tras la llegada de la COVID-19. Entre la incredulidad de la existencia del virus, las dificultades para acceder a los sistemas virtuales educativos, así como la incertidumbre por la falta de ingresos económicos, la dinámica en este grupo de la población se modificó.

Doña Silvia Pascual García, artesana de la comunidad de San Ildefonso, en Amealco, reconvirtió la labor de confeccionar muñecas por cubrebocas. La contingencia sanitaria provocó una baja en la venta de la muñeca Lele, por lo que ella y sus pares idearon otras formas de llevar sustento al hogar. A prueba y error, iniciaron con la confección a partir del diseño propio de la comunidad.

“Empezamos a ver cómo se hacían los cubrebocas. ¿Qué requisitos? ¿Cuáles eran las características que tenían que cumplir? Hicimos el primer cubrebocas y no nos salió bien, pero son errores. A final de cuentas, los cubrebocas fueron lo que reactivó aquí en San Ildefonso la economía”, comentó.

Doña Silvia afirma que la demanda de estos protectores los rebasó a tal grado de que solicitaron más ‘manos’, también con necesidad de laborar, para que se unieran al trabajo. A este desafío también se unió la comunidad de Santiago Mexquititlán.

“Se empezaron a juntar, ya no solamente San Ildefonso, sino también Santiago Mexquititlán. Se unió a hacer cubrebocas y ahorita de un 100 por ciento, un 90 por ciento está dedicado a hacer cubrebocas y las muñecas un 10 por ciento”, indicó.

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DIFICULTADES PARA LA
EDUCACIÓN EN LÍNEA

Marluz García García, también originaria de San Ildefonso, regresó de la capital queretana para permanecer durante la pandemia junto a sus padres. Marluz estudia el quinto semestre de la carrera de derecho en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). En su demarcación se han registrado dificultades para acceder a la educación en línea, tomando en consideración que sus hermanos también tienen que tomar clases por esta vía.

Cuando García García estuvo de vuelta en San Ildefonso, la dinámica social era normal. Poco se atendían las recomendaciones de la Secretaría de Salud sobre quedarse en casa y mantener la sana distancia. La vida cotidiana en la comunidad se alteraba solo con el retorno de personas que, por la contingencia sanitaria, se quedaron sin trabajo.

“En la comunidad no se vivió un ‘Quédate en casa’ al 100 por ciento. Las personas tenían que seguir generando ingresos porque viven del día a día y pues los primeros días era todo normal”, compartió.

En San Ildefonso comenzaron a tomar en serio al virus en el momento en que, en la comunidad vecina de Santiago Mexquititlán se reportaron un par de casos positivos de la COVID-19.

Otra medida que generó que se tomara en consideración al nuevo coronavirus fue la situación económica. Los artesanos de muñecas amealcenses, al ver disminuidos sus ingresos, tenían que acudir con mayor frecuencia a la cabecera municipal para obtener el sustento, por lo que tenían que someterse forzosamente a las medidas sanitarias obligatorias.

Tanto Marluz como doña Silvia coincidieron en que, pese a las dificultades económicas, al interior de la comunidad se buscaron medios y formas para subsistir, sin dejar de lado las recomendaciones emitidas por las autoridades. No obstante, la vida cotidiana no ha sufrido una transformación radical, como ha ocurrido en los centros urbanos. En la comunidad tratan, en lo posible, de seguir sus usos y costumbres en una nueva normalidad.

De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, hasta el 26 de julio, en el territorio nacional se tenían 5 mil 413 casos positivos de COVID-19 en la población indígena.

El documento ‘Vulnerabilidad ante COVID-19 en México’, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que la población indígena tiene mayor grado de vulnerabilidad por la discriminación sistemática de la que es objeto en la prestación de servicios de salud, y también, la falta de enfoque intercultural en los programas de salud, lo que impide que tengan garantías en el acceso a los servicios de salud.

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