El próximo día 10 de mayo, celebraremos el Día de la Madre, uno de los festejos más populares en México, pero sobre todo de los más emotivos en las familias. Nuestras mamás representan y seguirán representando la unión de las familias y el amparo de los hijos en los momentos difíciles y en las situaciones complicadas de la vida.
Hablar de la figura materna es hablar de la primera persona que hemos conocido en nuestra vida, o más bien, es la persona que nos dio la vida, aun a costa de la propia. ¿Cuántas veces las mamás sufren por la llegada del hijo en el embarazo? ¿Cuántas veces la espera de un nuevo ser es un momento complicado en la salud de la mujer? Sin embargo todo ese sufrimiento del nacimiento de un nuevo ser queda a un lado en la alegría de estar entre los brazos de quien le ha dado la vida.
Nuestras mamás nos enseñan los primeros pasos, la forma de caminar, la forma de comer, la forma de estar tranquilos, la forma incluso de cantar y de valorar lo que se tiene alrededor de nosotros. Eso es lo que nos enseña nuestra mamá y que tiene más valor que todo lo que se aprende en las escuelas.
Las mamás representan, como muchos mencionan, el amor más grande en la tierra, la forma de sentimiento más sublime y más leal. Sin embargo, a veces las mamás no son comprendidas por las familias, por los esposos, por quienes están a su lado e inclusive por sus propios hijos.
La figura materna pasa en algunos instantes por momento difíciles, sobre todo cuando es la mamá quien solo lleva el sustento de los hijos o cuando es abandonada por aquellos que ayudó a vivir. Es una pena que sucedan estos casos y es más penoso que nuestra sociedad a veces sea tan inquisitiva con estas situaciones en lugar de ser más atenta y más acogedora y hacer que las mamás que se encuentren en estas situaciones salgan adelante.
En todas las civilizaciones y sociedades, la figura de la madre es una figura sumamente respetable y en algunos casos llega al grado de la veneración. Los católicos, por ejemplo, en la figura de la Virgen María en sus diferentes advocaciones, tenemos la imagen permanente de la madre que nos cuida, que nos ayuda, que nos escucha, que atiende nuestros ruegos y que está siempre con nosotros.
No se puede entender la vida sin la presencia de nuestras madres, no se puede entender la sociedad sin el ejemplo de las mamás que dan la vida, que se sacrifican día tras día, que se entregan con gran amor por sus hijos y que llegan hasta la ancianidad desempeñando su labor con el único objetivo de que sus hijos tengan una vida agradable.
Menciona el Papa Francisco, y me gusta mucho señalarlo, que el título de Madre, no es una situación de estado civil, esto en relación a las mal llamadas “madres solteras”. Ser madre, dice el Papa, es una bendición, no es una cuestión de título social.
El propio Papa Francisco menciona: “una sociedad sin madres sería una sociedad deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral”.
Es necesario recordar, que junto a la madre siempre se necesita el amor del Padre, a veces tan negado, tan pobre o tan descuidado que hace que la mamá sea la quien brinde más atención hacia los hijos. Son verdaderos ejemplos aquellas mujeres que a veces y por circunstancias ajenas tienen una responsabilidad en sus casas para con sus hijos.
Sirvan estas líneas para agradecer a todas las mujeres que tienen la bendición de ser madres, por todo aquello que nos han dado a quienes somos sus hijos. Las madres queretanas, las madres mexicanas, son ejemplo de mujeres que enorgullecen a la sociedad.
Quiero terminar estas líneas con las palabras que el Papa Francisco le dedicó a la Virgen de Guadalupe en su visita al Tepeyac y que quedan perfectas como palabras de un hijo a su madre.
