Pedro L. Jáuregui Ávila
Colombia, un país con gente decente, es asaltada a diario por una ‘plaga’ minoritaria que no tiene escrúpulos, de ninguna clase y en , elegidos o nombrados por la misma población.
Un estudio reciente reveló que los sectores de educación, transporte y salud son los más afectados por la corrupción. Son tan cínicos, que ponen a pagar al pueblo lo que se roban, como es el caso de Electricaribe y todo parece indicar que el de la represa de Hidroituango va por el mismo camino.
Nunca aparecen los ladrones y sí aparecen les dan 10 años de cárcel domiciliaria, en lujosas viviendas, con todos los lujos y en el colmo de la desfachatez nunca regresan los dineros robados y demandan al estado al final de la condena logrando grandes cantidades porque la justicia es más corrupta.
Ni las fuerzas militares se salvan del virus de la corrupción. Un oficial de alto rango de una de las fuerzas castrenses acusado de ofrecer una interesante suma de dinero a otros oficiales para identificar a quienes entregan información a los medios de comunicación sobre situaciones ilegales fue promovido a un cargo más importante.
La investigación reportó que el tipo de corrupción más común acontece en la administración pública con el 73 %, es decir al manejo no santo de los recursos del Estado, por parte de funcionarios públicos; le siguen la privada con un 9 % y la judicial con el 7 %. Es decir, todos roban, unos más que otros.
Los casos denunciados por la prensa, sirvió de motivación para otras denuncias sobre casos acontecidos en los 32 departamentos en que está dividido el país.
Muchos electores eligen a políticos, a sabiendas que roban, solo por el hecho de que hacen algunas obras. “Roba, pero hace”, ese el termómetro de una futura elección.
La galopante corrupción se evidencia en que el 39 % fueron funcionarios públicos y el 30 % autoridades electas por voto popular, en este último grupo el 41 % fueron Concejales, el 40% alcaldes, seguidos por gobernadores diputados, concejales y senadores. Cruda realidad, pero muy cierta.
