Ser activista tiene muchos alcances, no es lo mismo acudir a una marcha en las calles que tuitear todo el día; o publicar algo en Facebook que entregar peticiones ciudadanas a la autoridad
Raúl D. Lorea
@ArqLorea
El COVID-19 nos ha hecho replantear muchas cosas, entre ellas la dinámica de nuestra ciudad. Sin embargo, cada barrio, colonia o fraccionamiento tiene una dinámica distinta al resto de la ciudad.
Como hemos platicado en este espacio, ser activista tiene muchos alcances, no es lo mismo acudir a una marcha en las calles que tuitear todo el día; o publicar algo en Facebook que entregar peticiones ciudadanas a la autoridad, sin embargo, ninguna debe descartarse si con ello se logra algo positivo.
Tuitear o postear en Facebook, pone el asunto en un “espacio público virtual”, dependiendo del alcance que se tenga o el debate que detone, el tema podría ser o no ser de interés para la autoridad, o volverse un tema que pase al “radar ciudadano” (por llamarlo de alguna manera), esto, para mi compañero Consejero de Urbanismo Matías Durán Quintanar, podría identificarse como “interacciones sociales de 1er orden”, donde se detona la opinión o debate digital sobre un tema público o común pero sin una estructura social tangible.
Una manera de llevar estas interacciones de 1er orden a un siguiente nivel, es cuando se crean redes de interacción donde varios(as) ciudadanos(as) comienzan a comunicarse y tratar asuntos en común que podrían tener incidencia local. Así es como se logran prácticas de reciprocidad, donde activistas ciudadanos y autoridad se comunican e interactúan positivamente para resolver los problemas locales.
¿Usted, amable lector(a), conoce o forma parte de alguna red ciudadana?