Roberto Mendoza
El presidente Obrador no tiene experiencia internacional ni tampoco entrenamiento diplomático, incluso no entiende de globalidad. Su vida política se concentró en la grilla nacional, incluso durante sus primeros tres años, cuando participó de manera virtual en la Asamblea General de la ONU, su discurso buscó la aclamación local y no se entendió a cabalidad en el contexto internacional, pues habló sobre la venta de un avión y sobre el combate a la corrupción en el país, cosas que no tenían ninguna vinculación con los temas que se discutían de manera global.
La relación que el presidente Obrador ha establecido con los Estados Unidos ha sido irregular. Primero, como candidato criticó duramente al expresidente Trump, pero luego ya en la presidencia se acomodó al estilo autoritario de negociación dura y hasta sucia de Trump. El propio presidente americano presumió que habían hecho acuerdos secretos en materia de migración y petrolera. Luego al perder Trump la presidencia, Obrador cree que el presidente Biden es débil y ha estado estirando la liga.
El Gobierno mexicano también ha sido ambivalente con sus vecinos sudamericanos. Apoyó a Evo Morales para salir de su país, porque su vida corría peligro, pero no lo pudo mantener ni un mes, porque las protestas eran muchas y lo mandó a Argentina. Tampoco ha sido exitosa su mediación entre el régimen venezolano y sus opositores. Aunque al principio lo negaron, se han enviado al menos dos barcos de ayuda a Cuba supuestamente con medicinas y alimentos y se rumora de más barcos y otro tipo de ayuda a espaldas de todos.
En ese contexto, el presidente Obrador organizó una reunión del mecanismo que tienen los estados latinoamericanos y caribeños para buscar el diálogo y la concertación política. Se rumoró que se pretendía elevar este mecanismo como un contrapeso a la Organización de Estados Americanos y que varios países se saldrían de esa Organización para que junto con México se hiciera un frente en contra del neoliberalismo y los Estados Unidos.
¿Qué fue lo que pasó? En la reunión no participaron muchos de los presidentes que harían realidad esta propuesta, tampoco se discutieron temas relevantes como la migración ni se consolidó algún acuerdo económico o diplomático. Fue un foro de acusaciones entre países de Latinoamérica por posiciones ideológicas donde hubo francas bravuconadas y donde se alertó, una vez más, que la presencia de mujeres, capaces de tomar decisiones, sigue siendo muy poca. Era mucha la expectativa, pero la realidad, una vez más, puso en su lugar los esfuerzos de una corriente de pensamiento autoritario, mezquino y francamente ridículo.
Hay algo que se está haciendo mal en los gobiernos de Latinoamérica al aumentar la migración. No son algunos ciudadanos que se arriesgan a salir de su país; son caravanas de miles de personas que no encuentran una solución al hambre y a sus necesidades más básicas, ya no digamos poder tener comodidades y bienestar. Entre esos gobiernos está México. ¿A dónde van esas personas? A países donde se vive mejor, donde se puede comer bien, donde hay oportunidad de tener comodidades y bienestar. Donde no es necesario que haya un juicio para vacunar a un niño en contra de una pandemia, donde no se acosa a los periodistas, donde la Administración pública busca “dejar hacer, dejar pasar”, no se impone con el supuesto pretexto de protegernos, ve a sus ciudadanos como mayores de edad, capaces de defenderse, porque el Estado les brinda los elementos legales y económicos para hacerlo.