Raúl Lorea
Para quienes vivimos en las zonas urbanas, nos resulta muy reconfortante tener áreas verdes. Sus beneficios son incontables, pero podemos destacar que ayudan a mantener un ecosistema más sano absorbiendo CO2 y devolviendo oxígeno; permiten hacer deporte, crear áreas infantiles; atraen biodiversidad local, mantienen un clima agradable contrarrestando los efectos del cambio climático, protegen el suelo de la erosión, entre otras acciones.
En Querétaro hay muchas áreas verdes que pueden ser disfrutadas por las personas. Me refiero particularmente a las gazas de incorporación de los distribuidores viales, esos espacios que quedan entre los carriles cuando salimos de una vía para incorporarnos a otra. ¿Cómo disfrutarlos si no hay acceso peatonal seguro hacia ellos?
Por ejemplo, el distribuidor vial del nodo entre el bulevar Bernardo Quintana y la avenida 5 de Febrero separa a Las Américas de San Pablo y de La Obrera y tiene cerca de 40 mil metros cuadrados de espacio público jardinado que bien podría adaptarse para que la ciudadanía lo aprovechara.
El problema es que no es fácil acceder a ellos a pie o en bicicleta; en vehículos, ni se diga. Están bordeados por vías rápidas donde hoy por hoy resulta imposible detenerse un poco para caminar entre los árboles. El ruido de los automóviles se ve considerablemente reducido con la presencia de los árboles.
¿Sabía usted, amable lector(a), que tenemos un minibosque de tabachines? ¿Qué tal le caerían unos 15 minutos bajo la sombra de esos árboles con pasto y probablemente hasta de aves que anden por ahí?