Enrique Álvarez Garibay
El pasado 10 de Junio se otorgó la suspensión definitiva contra las corridas de toros en la CDMX.
No coincido con esta decisión jurídica ni con quienes la promovieron. Pero de ello ya hablé en el pasado en este espacio.
Deseo hoy dedicar esta columna a comentar lo que creo que es un factor determinante en que el aficionado a la Fiesta Brava haya decrecido y por ende haya menos personas que luchen contra el sentimiento antitaurino.
Creo, como el nombre de mi columna lo indica, que el enemigo está en casa. Muchos actores de la Tauromaquia han realizado acciones que van en contra de la propia fiesta. Los enumero.
EMPRESARIOS
Aceptar que las “figuras” soliciten astados “a modo” solo empobrece la fiesta. Permitirles no sortear sus toros y que ellos elijan su lote es el colmo. Pero esto pasa. Lo vi. Los aficionados no queremos ver a las figuras españolas toreando (no diré novillos) toros justos en peso.
GANADEROS
Su primera virtud es la presencia. La lidia que desempeñe el toro depende de muchos factores. Si no presentan bien sus corridas la fiesta comienza con desánimo.
JUEZ DE PLAZA
¿A qué intereses responden? Vemos constantemente que autorizan novilladas como corridas. Vemos que son omisos al reglamento. Vemos que regalan orejas. A veces pareciera que no conocen el reglamento.
AFICIÓN
Cuanto daño hace que por no criticar la fiesta que amamos nos callemos ante los detalles anteriores. Tenemos que silbar el toro mal presentado. Tenemos que abuchear a la figura que no se entrega cada tarde. Tendríamos que hacer notar a la autoridad municipal que su juez de plaza no cumple.
Poco espacio para decir todo lo que deseo. Pero lo que más deseo es que “Viva la Fiesta Brava”.