Joel Bravo
En abril pasado, en este mismo espacio, mencionamos la importancia por el control de los espacios en el contexto de la disputa entre Rusia y Ucrania. Ahora, nos referiremos a los espacios virtuales de comunicación.
El 15 de noviembre pasado, un misil cayó en territorio polaco ocasionando un ambiente de expectación y temor en todo el mundo, por la previsible escalada del conflicto que el hecho desencadenaría. Inmediatamente, varias declaraciones de líderes y actores en el conflicto se posicionaron en los medios de comunicación digitales. Desde acusaciones al gobierno ruso, como llamados a la calma.
Versiones de que se trataba de una “agresión rusa” fueron rápidamente difundidas. Las redes sociales funcionaron más rápido que las acciones de contención que fuentes occidentales instrumentaron. Incluso el mismo presidente estadounidense Joe Biden, declaró que era “poco probable” que el misil hubiera sido disparado por Rusia.
La información siempre ha sido estratégica, pero en la actualidad es muy difícil de controlar. Se entiende ahora la molestia que tuvo el presidente chino Xi Jinping, con el primer ministro canadiense Justin Trudeau por las filtraciones de sus conversaciones. Las implicaciones que tiene una declaración y sus interpretaciones pueden tener diversos costos. El gran riesgo ahora es que están en juego las vidas de millones de personas y un mal cálculo mediático puede originar un escenario estremecedor.