Han sido muchas las publicaciones noticiosas en las que se reporta la muerte de mujeres, no solo en Querétaro, sino en otras entidades del país. En éstos hechos suele haber un elemento común: el amor.
Los crímenes pasionales, como suelen ser llamados por algunos medios impresos, generan intriga y curiosidad pues suelen aparecer enunciados como: ‘el homicida dijo: la maté porque la amaba’ o ‘porque no me quería’ o ‘porque me engañaba’. Lo curioso sería que, si la víctima pudiera hablar, también diría: ‘me mató porque lo quería’.
Los femicidios son una epidemia que destruye vidas de mujeres, deja huérfanos, incrementa el machismo, alimenta a la prensa amarillista y destruye el amor romántico; el de los príncipes azules y el de las princesas soñadoras. Mucho podemos aprender del amor, en éste tipo de sucesos, de sus pasiones, de sus perversiones y de su propia irracionalidad. Aunque los ‘no robaras’, ‘no matarás’, son mandamientos conocidos, debería incluirse otro que diga: ‘No te enamorarás de un desconocido por Facebook’; porque el homicida seductor vive libre en las Redes Sociales y no necesariamente es el padre, el tío o el hermano que abusa sexualmente, sino sujetos totalmente desconocidos que se hacen conocidos en breve tiempo pero que esconden una personalidad nada deseable para nuestra sociedad.
En muchas ocasiones, la prensa escrita enuncia, entrelíneas, que la mujer pudo haber tenido la responsabilidad de la violencia contra ella. La construcción del estereotipo de la mujer que seduce y que pierde en éste proceso, está en marcha. Puede ser una mujer de 40 años en crisis que se enamora tontamente de una ilusión creada por sí misma; o de una joven de 20 años que ve la oportunidad de lograr sus anhelos, o de una chica adolescente que busca cumplir con los requerimientos sexuales de sus amigas. La información que leemos es cada vez más confusa, al grado que podamos imaginar que él victimario partió de algo, hecho por ella, para seducirla. Así, no siempre podemos asegurar que en todo crimen a mujeres hay un engaño homicida. Sería un autoengaño. Algo que ella propuso o se inventó (una trampa) y cayó en ella. Como dicen algunos autores, no son las redes las que tienden trampas a las personas, son las personas las que se tienden trampas.
Los varones que asesinan tienden trampas y usan las redes para ello, son responsables plenos de sus acciones y gozan de la impunidad, leyes que la justicia incumple y un periodismo al que le sigue faltando entender, para difundir con responsabilidad que los derechos de las mujeres son derechos humanos y están siendo vulnerados, por el asesino y por el modo en el que estas noticias se difunden. Eso es también muy peligroso y no debemos fomentar que la prensa amarillista y las redes sociales invadan nuestros hogares. Hagamos de la comunicación un acto responsable y ético y no compartamos información que consideremos no agradable a nosotros mismos o dudosa de origen. No cuesta mucho. Comparte ésta idea con los menores. ¡Gracias!
Por:Juan Carlos García
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