Como especie arribamos a la época de la racionalidad desde la época de los griegos y hace más de 400 años renació el pensamiento científico entre nosotros, tomando un impulso que parecía definitivo. Pero ninguno de los avances y éxitos humanos son permanentes, debemos constantemente reconquistarlos. La ciencia se ha convertido en nuestra guía en muchos campos, pero los mitos permanecen, sobre todo en los espacios en donde habita el interés de un grupo pequeño de poderosos sobre los demás hombres para explotarlos y beneficiarse de ellos. Por eso la política es confusa y engañosa. Nadie pensaría en resolver un problema de ciencia natural o un problema técnico mediante los métodos que se recomiendan y se ponen en acción para solucionar cuestiones políticas. (Erich Kahler. 1972. ‘Nuestro laberinto’. Editorial Fondo de Cultura Económica. México).
Solo la educación libera e impulsa al hombre para no dejar que los mitos se instalen como ideología y promuevan la ignorancia y sus efectos. El mandato del Artículo Tercero de nuestra Constitución es claro: Toda persona tienen derecho a recibir educación. La educación que imparte el Estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano. El criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios. (Secretaría de Gobernación. 1996. ‘Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos’. México).
Por alguna causa política, durante siglos se consideró que la creatividad era un don reservado para un grupo de individuos notables. La mayoría de los mortales no podíamos, ni debíamos acceder a este bien cultural de la humanidad. Pero los grandes creadores y nuestra Constitución Política, mostraron que la naturaleza de la creatividad era democrática, que solo había que superar la ignorancia y los prejuicios sobre el tema. Dijo Tomas Alva Edison: El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de sudor. Edison inventó el uso del foco eléctrico luego de intentarlo mil veces. Por su parte Albert Einstein señaló: hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad. Todos los individuos, y a todas las edades, tienen la capacidad de crear. La innovación se puede enseñar y aprender. La idea de que la creatividad es algo relacionado con grandes genios individuales es un gran mito que debemos superar. El secreto de la innovación es la gente, las grandes concentraciones humanas como las de la Ciudad de México o Querétaro; la concentración de mentes creativas es el motor de la creatividad, pues la creatividad es un proceso social. Nuestra mejora viene de la gente de la que aprendemos, con la que competimos y con la que colaboramos. (Andrés Oppenheimer. 2014. “¡Crear o morir! La esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación”. Grupo Editorial Penguin Random House. México).
Creatividad significa innovación valiosa. El mito estaba tan arraigado sobre esta idea, que apenas en 1971, la Real Academia de la Lengua Francesa discutió si debía aceptar o no tal palabra y se decidió no aceptarla. Hoy se ha generalizado y su empleo es universal. Entre 1930 y 1955, la cifra anual de libros sobre la creatividad no alcanzaba el 2% de las obras impresas. En todos los idiomas la proporción se ha superado con creces. (Sergio Sánchez Cerezo. 1984. “Diccionario de las Ciencias de la Educación”. Editorial Santillana. México).
En el 2007, la Escuela Fischler de Educación de Nova Southeastern University y la Red Latinoamericana Talento convocaron a los seis más notables investigadores de habla hispana sobre creatividad para que, en el marco del Foro Mundial de la Cultura Monterrey 2007, reflexionaran sobre la creatividad. En ese marco, el doctor Ramón Ferreiro, de origen cubano pero nacionalizado mexicano, puso énfasis en el papel de la escuela como la institución social en la formación de la creatividad, el desarrollo humano y su relación con los contenidos escolares. Debemos fortalecer a la escuela, para formar en la creatividad a nuestros alumnos. (Ramón Ferreiro. 2008. “La creatividad. Un bien cultural de la humanidad”. Editorial Trillas. México).
Por: Amado López