Se ha avanzado significativamente en la representación política de la mujer queretana. Nueve presidentas municipales y 13 diputadas locales, números que cuantitativamente resultan alentadores y que, al menos, deberán mantenerse.
En los ajustes que deba tener la legislación electoral, resulta recomendable precisar de mejor manera la forma de entender la paridad de género para los cargos de elección popular. Ya se cuentan con sentencias que prescriben la necesaria paridad vertical (dentro de los órganos colegiados) como horizontal (respecto de las candidaturas a las presidencias municipales) y hay que llevar su sentido a la norma, a fin de que se cuente con la mayor certeza posible entre los actores políticos.
Sin embargo, es evidente que faltan otros espacios por conquistar, en particular, me refiero a las posiciones administrativas. No basta, a mi parecer, con aumentar los puestos de representación, sino que es necesario aumentar la presencia de mujeres en las áreas de toma de decisiones públicas no electivas.
Se podrá argumentar en contra, señalando que se justifica la paridad en los cargos de elección popular, para contar con una adecuada representación política; pero que no es necesaria en los cargos administrativos, dado que no tienen un sentido representativo.
Opongo a tal visión el convencimiento de que la mujer debe estar en todos los espacios públicos de toma de decisiones, con independencia de si son cargos electivos o de nombramiento. El tema es que participen efectivamente en la decisión, diseño e implementación de políticas públicas, no solamente en la elaboración de leyes.
Lo anterior tendrá por efecto una democracia de mejor calidad, con una integración mayor de toda la sociedad y el necesario complemento de los distintos puntos de vista, así como un impulso certero a la modificación de patrones culturales, que a final de cuentas es el sentido profundo de las cuotas y de las acciones afirmativas en general.
Ciertamente tenemos que avanzar en otros temas conexos, tales como la adecuada integración de los horarios laborales, familiares y personales; la solidaridad en las parejas, entre otros. Y también avanzar como ya se ha hecho en Europa, en la participación de la mujer en las empresas, obligando a que los consejos de administración y similares, tengan un porcentaje mínimo de mujeres en su integración.
Más mujeres en espacios públicos y privados. En todos los lugares donde se toman decisiones.
Por: Luis Octavio Vado Grajales
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