Ya terminado el conflicto, públicamente, entre los policías y su autoridad del Municipio de Querétaro, restaría que lo sucesivo sea solo un acomodamiento de los acuerdos que pactaron. Llaman la atención las quejas y motivos que orillaron el paro de actividades, pues relativamente no es algo novedoso. La cuestión es ¿por qué hasta ahora?
La inequidad, la impunidad y el abuso de poder son elementos comunes en el nacimiento de algunos comportamientos violentos, que no solo se dan en esferas sociales marginadas sino en estructuras de protección y seguridad, como lo son los cuerpos policiacos. Un paro de actividades es un acto violento dirigido contra una autoridad. Pero también lo es la violencia administrativa ejercida por el Estado como factor disuasivo de comportamientos fuera de reglamentos, como un medio para resolver problemas, cuando la mediación, el dialogo y la conciliación han fallado.
Evelyn Constantino Altuzar dice que “nos seguimos encontrando con una sociedad que constantemente tiene un grito de desesperación a la inconformidad institucional y el único medio que se tiene en estos momentos, para prevenir decisiones violentas o en otros casos una guerrilla institucional, son los famosos paros o inactividad laboral”, situación poco común considerando que son los policías quienes reciben nuestras quejas y no a la inversa.
Muchas voces señalan que no tienen razón en sus demandas, otros van en contra de la autoridad; muchos más se ubican en franca contradicción pues el estar a favor de empleados universitarios, policías, empleados de limpieza, choferes del transporte urbano y vendedores ambulantes no es algo equitativo ¿o sí?
Pero el tema es ‘el policía’ y ¿quién conoce mejor un policía sino él mismo? ¿Realmente es un servidor público corrupto, deficiente en su labor, violento y atemorizante de ciudadanos y empático con delincuentes?
Bernardo Gómez del Campo y Díaz Barreriro tienen una propuesta para buscar un perfil policial mexicano, que de acuerdo a su personalidad apta, soporte represiones y humillaciones tanto de sus jefes como de la población en general. Muchos psicólogos coincidimos que ser policía es padecer de soledad, ansiedad, problemas cardiacos, obesidad, insomnio, ETS, altos niveles de estrés, dificultad para manejar su amorosidad familiar, trabajar ‘24 por 24’ y recibir bajos salarios (Constantino Altuzar).
En opinión del maestro Jaime Rivas Medina, psicólogo colegiado (COEPSIQUE) y conocido evaluador de aspirantes a policía y guardia, la seguridad es válida como “necesidad y preocupación fundamental de nuestra sociedad, y dentro de nuestras convenciones o acuerdos para tenerla se encuentran las normas y leyes que regulan nuestra convivencia, así como la existencia de organizaciones y personas que se hagan cargo de su observancia y aplicación”. De tal manera que podríamos hacer un esfuerzo para aceptar y creer en la figura del servicio policial.
Entender lo que un policía representa para la sociedad, basta comunicarles a las autoridades de gobierno lo que Rivas Medina propone: “Para que un policía realice de la mejor manera posible su trabajo, es necesario que sus líderes los inspiren, los escuchen y dialoguen con ellos para lograr los objetivos de la institución; que se les cuide, que cuenten con oportunidades de desarrollo y agradecimiento por su trabajo, para que entreguen lo mejor de sí mismos y, finalmente, que tengan estabilidad laboral, una convivencia constructiva y el reconocimiento a sus éxitos para conformar un equipo eficiente. Si el gobierno desea que confiemos en la policía, los policías deben confiar en sus jefes, y la confianza se gana con un trato respetuoso y justo, para que a su vez ellos promuevan el respeto a las leyes y a la impartición de justicia, pues no debe olvidarse que los servidores públicos van a tratar a los ciudadanos, como sus jefes los traten a ellos; el respeto y el buen trato no están reñidos con la disciplina y el principio de autoridad”.
Espero que el conflicto de policías y gobierno no haya terminado, porque falta asegurar el que sean atendidos, escuchados y tratados con respeto y justicia.