En poco menos de doce meses, han dejado de colaborar laboralmente en Querétaro, más de veinte psicólogas y psicólogos adscritos a diversas dependencias de los diferentes niveles de gobierno. Los motivos han sido porque “es política federal”, por “ajustes al presupuesto y de personal”, para “optimizar el uso de recursos humanos” y hasta porque, luego de quince años de trabajo, “sus capacidades no son coincidentes con el perfil de puesto que necesitamos”. Esto ha traído como consecuencia que, en dependencias que ofrecen servicios de salud, asistenciales y planeación de programas sociales, a la falta de profesionales de la psicología, sean los técnicos, diseñadores, secretarias y personal voluntariado quien realice las actividades de “dar pláticas”, “ofrecer cursos y conferencias”, “escribir artículos de salud” y hasta coordinar “terapias de grupos de autoayuda”. Claro está que dichas acciones no representan la eficiencia de servicios que la población necesita recibir.
Recientemente, algunos empleadores de psicólogos han convocado a la contratación de servicios profesionales, ofreciendo nuevas modalidades laborales y el pago de salarios que van entre 3 mil 500 y 5 mil pesos mensuales. Por supuesto que sería una grosería hacer difusión de tales convocatorias, tan vergonzosas y humillantes. Otros organismos ofrecen terapias psicológicas gratuitas, es decir, terapias sin costo, y quizás hasta sin “sufrimiento”.
Cuando una persona visita al profesional de la medicina y toma un medicamento que le es recetado, confía en que su eficacia está bajo el criterio del galeno y a las pruebas científicas a las que fue sujeto. Le cuesta, paga por ello, confía y se toma la medicación. Para el caso de un servicio psicológico resulta muy parecido. Las teorías y técnicas empleadas han sido sometidas a estudios y controles que evidencian su eficacia en la atención a los pacientes; sin embargo, en ellos está la seguridad de su mejoría en la medida que genere un esfuerzo emocional y cognitivo que le permita desarrollar y ejecutar las habilidades para lograr su mejoría. Si un paciente no genera compromiso o no tiene conciencia de su problemática, difícilmente tendrá una recuperación. Es como no tomarse “el medicamento”. También, el que pueda valorar monetariamente la ayuda recibida es muy importante, pues es darle la importancia debida a lo que será su propio beneficio. Por ello, muchos pacientes que son atendidos en instituciones de salud no mejoran emocionalmente; porque son enviados al psicólogo sin su consentimiento, sin saber por qué motivo y porque nada le va a costar. La incidencia de pacientes que no se presenta a su primera cita es altísima, y a los programados subsecuentemente, cerca de 20% tiene decenas de “justificaciones” de porqué no acudieron.
Las autoridades de dependencias oficiales creen que con la participación de “profesionales” voluntarios y de seudoprofesionales atenderán la demanda de servicios asistenciales. Si es por fines políticos, creo que les sería más efectivo implementar terapias de imposición de manos, leer cartas del tarot o contratar a aquellos que hacen extraños rituales, leen el rostro, constelan o provocan la carcajada para estimular el sistema inmunológico.
Un acierto ha sido el que la Asamblea del Colegio Estatal de Psicólogos de Querétaro, AC haya dispuesto la prohibición de los servicios profesionales gratuitos. Estableció como recomendación una tarifa máxima para los servicios asistenciales y una tarifa mínima para los servicios privados. Nada debe ser gratis, sobre todo a las peticiones que hace el gobierno. Ya quiero ver con qué cara exige el cumplimiento a la Ley de Profesiones en el Estado, si es el mismísimo gobierno quien incumple sus propias disposiciones legales. Es cierto que hay mucha gente necesitada, que no tiene recursos, que son desatendidos en salud mental por el gobierno; los psicólogos sí tenemos conciencia social y es por ello que, a través de procedimientos de registro y compromiso terapéutico, atendemos sus problemáticas a cambio de un costo mínimo, pero sin que con ello sustituyamos la obligación que tiene el Estado.
Colegas, nada gratis al gobierno.
Juan Carlos García Ramos, Psicólogo Clínico
Página web: www.coepsique.org