En mi opinión, uno de los peores consejos de un “fiscalista” es que, ante un problema con la autoridad, se desaparezca; es como guardar la mugre debajo del tapete, aunque no la podamos ver no desaparece y tarde o temprano tendremos que enfrentarla, solo que después será un problema mucho mayor.
Me ha tocado ver como problemas que no son graves terminan siendo ruinosos por atender a uno de esos consejos. Contribuyentes a los que el SAT les inicia una auditoría y deciden cambiar su domicilio a un lugar remoto para “impedir” que la autoridad continúe con su trabajo, grave error. La autoridad acude a diversas fuentes de información (y tiene infinidad) para estimar sus ingresos y concluye con créditos fiscales impagables que lo perseguirán toda la vida.
Para lograr el cobro de dichos créditos, la autoridad localizará sus cuentas bancarias y sus bienes y si encuentra alguno lo utilizará para cobrarse. En el caso de bienes inmuebles, la autoridad fiscal procederá a realizar su remate al mejor postor a través de subastas públicas, de no lograr su venta, se lo adjudicará (pasará a propiedad del fisco federal) al 60% de su valor, algo que sucede con mucha frecuencia.
La desaparición del contribuyente tiene además serias consecuencias, le comento algunas:
- Permite a la autoridad el aseguramiento precautorio de sus bienes, esto es, podría ordenar la inmovilización de sus cuentas bancarias al no localizarlo en su domicilio.
- Ocasiona que le cancelen su Certificado de Sello Digital quedando imposibilitado para facturar.
- Se considera incluso un delito sancionable con tres meses y hasta tres años de prisión, cuando el contribuyente desocupe o desaparezca de su domicilio fiscal, sin presentar el aviso de cambio de domicilio correspondiente, después de iniciadas las facultades de comprobación (auditoría) o después de que se le haya notificado un crédito fiscal sin que el mismo esté pagado o garantizado.
Por lo anterior, le recomiendo estar siempre localizado, siempre en conocimiento de su situación fiscal para poder atenderla de la mejor manera pues como bien dice el dicho, mantenga a sus amigos cerca y a sus enemigos (jeje) aún más.
Hasta la próxima semana.
Por: Francisco Javier Ceballos Alba, Asesor Fiscal