Todo empresario sabe, al iniciar un negocio, que tendrá un socio bastante peculiar, un socio que no escogió, del que no se puede deshacer y que a la hora de retirar utilidades, siempre va primero. Su consuelo es que será un socio que no “intervendrá” en su negocio, mientras le llegue su parte no debería haber problemas.

El detalle es que nuestro querido socio (autoridad fiscal) ha estado bastante desconfiado últimamente, se está convirtiendo en un maniático del control y cada vez invade más nuestra toma de decisiones, nuestra forma de trabajo. Bien pudiera decirnos que “la burra no era arisca, la hicieron”, que su desconfianza (la de la autoridad) está justificada.

En materia fiscal, como en casi todas, la impunidad es un tema preocupante, pululan los “fiscalistas” que con estrategias según ellos “legales”, prometen la eliminación delimpuesto o cuando menos una reducción significante; desde la burda “venta” de facturas hasta grupos delincuenciales, perdón, grupos empresariales bien estructurados que prometen marear a cualquier auditor del SAT para regresarle el dinero al accionista libre de culpa y pecado.

Ante todo ello, esta administración del SAT ha implementado (en algunos casos continuado) cambios sumamente ambiciosos para mejorar la fiscalización de los contribuyentes, casi todos encaminados a utilizar la tecnología para conocer a profundidad las operaciones de las empresas.

De cada cambio nos hemos ido quejando, basta recordar la resistencia inicialpara dejar la factura tradicional, la de papel, para pasar a la factura electrónica para el 100 por ciento de las operaciones; hoy sería difícil sostener que dicho cambio representó un retroceso para los empresarios o una carga adicional de trabajo que antes no tenían, por el contrario, la factura electrónica ha simplificado nuestras operaciones y reducido costos, no para todos, no pretendo generalizar, pero creo que sí para la gran mayoría.

Otro cambio importante que aún nos duele es la contabilidad electrónica, difícil defender que esta medida ha resultado un beneficio para los empresarios como la autoridad sostuvo, quizá es demasiado pronto pero la promesa de que con dicha información se evitaran actos de molestia innecesarios a contribuyentes cumplidos no suena muy convincente, se invierte dinero y horas hombre en un trabajo adicional que al único que beneficia es a la autoridad. Cierto, una vez andando nuestra contabilidad electrónica su cumplimiento resulta muy sencillo.

Finalmente, el que más me incomoda, son las nuevas reglas que se pretenden implementar para la emisión de las facturas electrónicas. Ahora resulta que si mi venta no me la pagan de contado, como le sucede a la mayoría de los contribuyentes, me voy a ver obligado a emitir dos (o más) facturas, la segunda para informarle al SAT del cobro de la primera.

Así es, todo parece indicar que la intención del SAT es conocer con precisión el momento de cobro de una operación, por ejemplo, usted factura la venta de un producto y cuando 15 días después se lo paguen tendrá que emitir una factura electrónica “complementaria” para informarle al SAT que la cobró, so pena de ser multado o de perder la deducción (para quien recibe el comprobante). ¿Qué la DIOT no persigue ese mismo fin? ¿Alguno de ellos ha manejado algún negocio?

No estoy en contra de la revelación de las operaciones, estoy en contra de que se generen cargas administrativas que no agregan ningún valor a los empresarios, cargas que podrán ser pretexto para rechazar deducciones totalmente válidas y que distraen nuestra atención de lo realmente importante, obtener utilidades.

Lo peor es que no están satisfechos, según las malas lenguas ahora van por el “timbrado” de los inventarios, ni hablar, la mano invisible de nuestro socio está cada vez más pesada.

Hasta la próxima semana.

Por: Francisco Javier Ceballos Alba, Asesor Fiscal