Resulta que el Jefe del Servicio de Administración Tributaria (SAT), Aristóteles Núñez, presentó su renuncia por una cascada de eventos que no debieron salpicarlo. Sigo sin entender la lógica que se sigue o supuestamente “debe” seguirse en el Servicio Público cuando un funcionario deja su encargo.
En teoría, el titular del SAT renuncia al conocer que su jefe, el Secretario de Hacienda, había sido removido de su encargo. Lo que sucedió después fue una “lógica” sucesión de eventos en donde uno de los personajes claves de dicha Secretaría, él Jefe del SAT, le entrega su puesto al nuevo Secretario de Hacienda para que éste defina con total libertad quién debe de asumir tan importantes tareas.
Si bien lo anterior parece lógico, lo cierto es que se pierde a un excelente funcionario público por razones que resultan incomprensibles, la visita de uno de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos, el tan odiado Donald Trump, qué tontería.
A todos nos queda claro que la salida del Dr. Videgaray no se debe a ese único evento, seguramente se trata de la gota que derramó un vaso sumamente lleno que estaba esperando cualquier pretexto para derramarse, aun así, no deja de sorprenderme que tal evento haya desembocado en la renuncia de un personaje, Aristóteles Núñez, que no la debía ni la temía.
Cuando uno llega a las oficinas centrales del SAT, como sucede en muchas organizaciones, se puede observar en sus muros la misión y visión de la institución y de sus distintas Administraciones Generales, una de ellas, la de la Administración General de Auditoria Fiscal Federal se me quedó grabada en la mente, “aumentar la percepción de riesgo” de los contribuyentes, me pareció contundente.
Una mejor recaudación no se logra con miles y miles de auditorías, no hay autoridad fiscal que pueda auditar a todos los contribuyentes, solo se audita a un porcentaje menor y se espera que el resto cumpla de manera voluntaria, para lograrlo, la percepción de riesgo es fundamental, el contribuyente debe sentir que si se porta mal, las probabilidades de tener un problema con la autoridad son considerables, de lo contrario, pensara que el riesgo vale la pena.
Nos pasa cuando vamos manejando y cruzamos la frontera. En el lado mexicano los límites de velocidad son “simbólicos”, pero cuando cruzamos a Estados Unidos observamos las 55 millas por hora con total precisión. La explicación es muy simple, tenemos la percepción de que en EU la posibilidad de que nos sancionen es mucho mayor.
El Jefe del SAT hizo un excelente trabajo en este tema y los resultados lo avalan, recaudaciones record en los últimos años que, en mi opinión, se deben precisamente a que logró hacerle pensar a los contribuyentes que el riesgo había aumentado, la gran cantidad de información que hoy recibe el SAT es la causante de nuestras preocupaciones y son medidas impulsadas (casi todas) por el que ayer dejo la Jefatura del SAT.
Claro que nos hemos quejado, al menos yo varios viernes en este espacio, pero hay que reconocerlo, su labor era “apretar” a los contribuyentes y lo hizo muy bien, sin que coincidamos en todas sus acciones porque eso es imposible. En mi opinión se va un excelente Jefe del SAT y se va, en teoría, por la vista del odioso de Donald Trump.
Hasta la próxima semana.
Francisco Javier Ceballos Alba, Asesor Fiscal