La familia es una entidad conformada por personas que generan entre sí seguridad, confianza y protección. La opinión que cada uno asume está en función de su aprendizaje, pero la libertad que asumen para enfrentar y resolver problemas forma parte de sus responsabilidades personales. La escucha, un abrazo y palabras cariñosas de los padres son acciones importantes que producen en los hijos una aceptación emocional de sí mismos y una disposición a desempeñar exitosamente sus compromisos escolares, deportivos y sociales. No está de más señalar que la falta de contacto e interacción, amable y respetuosa, con los hijos, los hará desconfiados, evitativos o agresivos con otras personas y con su entorno.
Las exigencias del trabajo, la casa, los niños pequeños, el cuidado de un enfermo y otras responsabilidades pueden hacer que los padres de familia sientan que no tienen el ánimo o el tiempo suficiente para estar con sus hijos escolares y que dañan su autoestima. Si esto se realiza de forma frecuente, no es raro que la familia mantenga un ambiente desamoroso, individualista y confrontante. Por ello es importante generar vínculos estrechos y amorosos, sin caer en la sobreatención, los sobrecuidados y en la dependencia eterna.
Cada persona tiene etapas iniciales de su desarrollo en las que debe madurar muchas de sus necesidades y deseos y así lograr relaciones sociales afines, de respeto y de colaboración mutua. La adecuada convivencia familiar fomenta la escucha y la empatía, así como la libertad de expresar ideas sobre lo que a uno le gusta o desagrada; los proyectos de vida y lo que nos atemoriza; a reconocer aciertos y corregir errores para optar por otras oportunidades. De esta forma, las individualidades en la familia se convierten en el gran apoyo hacia el resto de los integrantes de la familia.
Así, la familia debe garantizar una formación inicial –crianza- con bases sólidas para que luego, en el escenario escolar, los profesores continúen con la educación –enseñanza- que se ha empezado a trazar. Si la familia y la escuela no son coincidentes y complementarias en este proceso de crianza-enseñanza y la madurez de la misma no es sólida, habrá otros personajes que se encargarán de modificarla, como son los amigos y los extraños, y estos se encuentran en las redes sociales.
Las redes sociales pueden ser una mejor alternativa para los niños, las niñas y los adolescentes que se interesan en obviar su realidad actual, en tener comunicación más acorde a sus intereses y necesidades y a recrear una realidad diferente con personas no siempre confiables. Por ello, es importante mantener en familia una relación constante durante los primeros diez años, por lo menos, con armonía, madurez, respeto y cariño. Especialmente este último, la seguridad de un apego afectuoso en la familia proyecta ciudadanos responsables y respetuosos en nuestra sociedad.
¿Cómo generar un desarrollo familiar con tiempo de escucha, interés por lo que se hace, coparticipación de sus miembros, confianza y seguridad emocional? Aquí algunas recomendaciones: Fomentar la lectura, fortalecer la “red de cariño”, procurar el cariño y apego, convivir armoniosamente, generar respeto mutuo, aplicar correcciones tolerantes y sanas y externar el debido reconocimiento por los aciertos, logros y metas cumplidas.
Lo anterior seguramente ya lo ha escuchado y lo practica cotidianamente, pero son recomendaciones básicas que deben seguirse para que nuestra sociedad encuentre un equilibrio en su salud psicológica. Sin embargo, de acuerdo a indicadores reportados el pasado lunes, Día Mundial de la Salud Mental, por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en ese rubro no estamos bien. ¿Qué es lo que pasa entonces?
Por: Juan Carlos García Ramos, *Psicólogo Clínico
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