El pasado miércoles 1 de marzo, dio inicio el tiempo llamado cuaresma, un tiempo muy espacial para los cristianos de casi todas las denominaciones; tiempo que prepara a la celebración de la Pascua, que es la fiesta más importante para los cristianos y que recuerda la resurrección de Cristo, base de la doctrina cristiana y sustento de la fe de muchos seres humanos.
Con el inicio de la cuaresma, inician una serie de actividades y de costumbres muy propias de la temporada y de los que cumplen los principios de la religión, así por ejemplo, el pasado miércoles en la celebración de las cenizas, vimos a cientos o miles de personas acudir a los diversos templos a recibir el signo del inicio de este periodo. Cabe hacer mención que el miércoles de ceniza es una antigua costumbre que cada año se realiza y que la mayoría de las personas lo realiza como una buena costumbre, sin embargo el concepto de la ceniza significa más allá de ir y aceptar que coloquen en nuestra cabeza lo que ha sobrado de la combustión de las palmas bendecidas el año anterior. La ceniza debiera significar el cambio que experimentará la persona con la cuaresma, un cambio que se puede traducir en conversión, en ayuda a los demás, en misericordia como lo repite el Papa Francisco y cuyo año especialmente dedicada a esta virtud hemos concluido en el pasado mes de noviembre.
El que esto escribe, desde hace algunos años, he ayudado a imponer la ceniza, he pasado dos o tres horas de pie atendiendo a los feligreses que acuden al templo a realizar el sugestivo rito. Me impresiona que son muchísimas las personas que acuden con fe y devoción cada año, una fe que se demuestra en sus gestos, en la forma en como acuden al templo, como por ejemplo muy arreglados, limpios, etc.; sin embargo, más de uno solamente va por una cuestión de “bendición”, de “tradición”, de “obligación” e inclusive algunos como un símbolo de “magia” o de “buena vibra”. Así es la celebración del miércoles de ceniza.
La cuaresma trae una carga devocional muy grande, y San Juan del Río no es la excepción, sobre todo con la gran devoción a la venerada imagen del Señor del Santo Entierro, una costumbre con más de trescientos años y que los barrios tradicionales de la ciudad se encuentran muy vinculados como cada año, y veremos como cada fin de semana entre rezos y ritos miles de personas acuden a la veneración de la imagen que representa a Cristo muerto y que es objeto de un sincretismo religioso y popular digno de estudiarse más a fondo.
Otro de los elementos de la cuaresma sanjuanense es la veneración a la imagen de Jesusito de la Portería, a quien el primer viernes del mes de marzo, se le visita en su templo y se reza delante de él la antiquísima oración de los treinta y tres credos, cuyo origen se tiene en el siglo XVIII cuando en el templo de San Agustín de la ciudad de Santiago de Querétaro, surge el portento del Cristo de la Portada en donde por varios días la imagen del crucificado aparece iluminada y con ese hecho comienza la devoción del referido rezo, que posteriormente se traslada a San Juan del Río y se comienza a rezar ante la imagen que fue pintada primeramente por un preso y luego de que fuera borrada, apareció milagrosamente en la portería del Convento de San Juan de Dios.
Así las cosas, los fieles se preparan para vivir este tiempo de reflexión y estar al pendiente de los días santos, y celebrar la Pascua de Resurrección.
Uno de los elementos no religiosos de la cuaresma, es la comida, y en esta temporada en nuestras casas se llenan de olores y de combinaciones propias de la temporada, sobre todo en lo que se refiere a guardar la abstinencia de carne de los viernes, y así por ejemplo vamos a encontrar las tortas de camarón, los chiles rellenos, las enchiladas queretanas, las habas, los romeritos, la capirotada y todas aquellas delicias culinarias de la temporada, que hacen un ambiente propicio para cumplir el precepto de los viernes cuaresmales.
Un año más hemos iniciado el tiempo cuaresmal, ahora solo nos queda vivirlo con lo mejor de las tradiciones y conservarlas como herencia de las futuras generaciones.