Acabamos de celebrar el Día Mundial del Síndrome de Down, para apoyar a las personas con esta discapacidad, pero junto a estos festejos encontramos varias legislaciones que permiten eliminarlos antes de nacer. ¿Por qué se da este contraste?
1. Una fecha promovida por la ONU. En diciembre de 2011, la Asamblea General designó el 21 de marzo Día Mundial del Síndrome de Down (WDSD). En su web, la ONU explica que el WDSD tiene como objetivos:
a) aumentar la conciencia pública sobre la cuestión, b) recordar la dignidad inherente de las personas con discapacidad intelectual y c) resaltar la importancia de su autonomía e independencia individual.
2. Personas que son un tesoro. Quienes tenemos algún familiar con este síndrome somos testigos de tener un ángel lleno de amor con nosotros, como mi sobrinito Diego Maldonado. Pero, ante una cultura que solo se fija en lo perfecto, es importantes que una voz tan importante como el papa nos recuerde que estas personas son “un tesoro que Dios hace crecer a su manera”.
3. “El holocausto del que nadie quiso hablar”. Con estas duras palabras, el portal Religión en Libertad anunció el programa en el que Nicolás Jouve, catedrático emérito de Genética, denunció que en España y otros países son abortados entre 90 % y 100 % de los niños a los que mediante un “diagnóstico prenatal” se les detecta la trisomía 21.
En 2016, el papa Francisco había pedido a los profesionales de la salud que el diagnóstico prenatal no sea utilizado para seleccionar cuáles bebés pueden nacer y cuáles no, porque en ocasiones este tipo de diagnósticos son utilizados para practicar el aborto eugenésico, con el fin de eliminar a aquellos fetos con malformaciones o anomalías. El pontífice pidió que la ciencia “se haga servicio y no selección”.
Epílogo. Qué gran contraste entre el apoyo oficial al Día Mundial del Síndrome de Down con los programas oficiales que favorecen el aborto derivado de un diagnóstico prenatal. Esta jornada mundial debe servir para que repensemos que el derecho a vivir de un enfermo de trisomía 21 no se funda en sus capacidades intelectuales o funcionales, sino en la realidad de su dignidad humana. Solo una sociedad que respeta a sus hijos más limitados es verdaderamente humana.