Mientras que las noticias políticas, económicas e incluso deportivas, captan la atención de la mayoría, silenciosamente continúa la destrucción de reservas de agua, bosques y medio ambiente. La crisis ecológica debe seguir siendo noticia.
- La crisis mundial del agua. El Papa Francisco ha comprometido su pontificado con la causa del cuidado del planeta, al que llama “nuestra casa común”. En 2015, el Pontífice argentino instituyó la Jornada Mundial de Oración por la Naturaleza, para pedir por una ecología integral que cuide de las personas y del medio ambiente. Este año la Jornada por la naturaleza tiene lugar el 1º de septiembre y coincide con la Semana Mundial del Agua 2018.
Las cifras de la agencia UN Water de la ONU son escalofriantes. En 2007, alrededor de 1.2 mil millones de personas, casi una quinta parte de la población mundial, vivían en zonas de escasez; y se espera que en 2025 sean 1,8 mil millones las personas que vivan en países o regiones con escasez absoluta de agua, y que dos tercios de la población mundial podría estar en condiciones de “estrés hídrico”.
- El agua como Derecho humano. La Santa Sede comparte la preocupación por esta crisis de escasez de agua potable y propone la urgencia de defender el “derecho del agua para todos”, para poder garantizar su acceso a todos los pueblos.
Así lo hizo también el Papa en un mensaje que dirigió el año pasado a los participantes en el seminario “Derecho Humano al agua”, organizado por la Pontificia Academia de las Ciencias. El Pontífice expresó que esta cuestión “no es marginal, sino fundamental y muy urgente”.
Francisco subrayó lo que ya había escrito en Laudato si’ (n. 30): que “toda persona tiene derecho al acceso al agua potable y segura; ya que este es un derecho humano básico y una de las cuestiones nodales en el mundo actual”
Epílogo. La crisis ecológica y especialmente la escasez de agua deberían ser siempre noticia que atrajera a la atención. Ante el acostumbramiento o la indiferencia de la opinión pública, resulta muy importante que una importante voz moral como la Iglesia remueva tanto a los ciudadanos como a las autoridades de los países, para cuidar la casa común y usar el agua con un gran sentido solidario.