A lo largo de los años, nos han enseñado que los padres son la figura de autoridad y que absolutamente todo lo que nos digan hay que seguirlo al pie de la letra y esto si que funcionaba, pero en épocas pasadas, en las que con una sola mirada de los padres ya se sabía lo que se tenía que hacer o el error que se había cometido, además de que el respeto era el valor número uno que predominaba dentro del hogar, pero por fortuna o por desgracia los tiempos han cambiado.
Tanto como psicóloga como persona que es amante de la lectura, he tenido la oportunidad de conocer y leer a grandes autores mexicanos como el caso de Jesús Amaya Guerra y Alejandra Diener, quienes te dan un vistazo al cómo se encuentra la educación de nuestros niños en la actualidad y nos brindan alguna herramientas para la mejora en la convivencia familiar.
Una de esas herramientas es la “frustración”, la cual para los padres debería ser fundamental, pero especialmente para todos aquellos que tienen un hijo con discapacidad, debido a la sobreprotección que se suele tener especialmente con nosotros, ya que muchas veces se piensa que se nos puede evitar el sufrimiento haciendo las cosas por nosotros o para facilitarnos un poco la vida, pero esto a la larga trae mayores consecuencias para nuestra vida adulta, pues nos quedamos con la idea de que siempre habrá alguien para ayudarnos y la verdad es que esto en muy pocas ocasiones ocurre; aunado a ello, se tiene la creencia de que al frustrar a los niños les estamos causando un trauma, pero la realidad es que los estamos haciendo tolerantes y perseverantes a cualquier obstáculo que se les presente.
Otra de ellas es el “ejemplo”, la mayoría de las veces se acostumbra a darles órdenes a los hijos por su bien: haz ejercicio, come saludable, llega temprano, no tengas vicios… y efectivamente son cosas que los beneficiarán, pero ¿nos hemos preguntado cuántas de esas cosas las hemos puesto en práctica como padres primero para de esa manera poder ser congruentes y poder predicar con el ejemplo?
Así que solo es cuestión de reflexionar al respecto y recordar que “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”. – Nelson Mandela