El reconocimiento facial ya es una tecnología común, diferentes softwares y sitios web hacen uso de este método de identificación como el celular Apple X para desbloquear el teléfono.
La plataforma que popularizó esta tecnología fue Snapchat que funcionaba a partir de la identificación de ciertos puntos faciales y la distancia entre ellos.
Tanto este algoritmo como el de Facebook parecen ser los más eficientes debido al tamaño de su ecosistema. Otra app que popularizó el reconocimiento facial fue Google Arts and Culture en Estados Unidos, que al subir tu foto encontraba una obra de arte con las mismas características faciales que el usuario.
El reconocimiento facial va mas allá de la comodidad del usuario, ya que es de uso común en gobiernos que utilizan cámaras de vigilancia. Australia, Panamá, Estados Unidos, entre muchos otros, usan este tipo de vigilancia en aeropuertos y puntos fronterizos como una herramienta, ya que al grabar a alguien es más fácil identificar a la persona sin tener que pedirle su cooperación, por ejemplo, para tomar su huella digital.
Desde el 2013 con las sensibles declaraciones de Snowden no es novedad que nuestros datos son analizados por gobiernos, y la mayoría no tendríamos problema en que los gobiernos tengan acceso a esta información ya que “no hacemos nada malo”, si es importante saber que esta actividad aún se considera como una violación a los derechos humanos. En el sitio español de Amnistía Internacional mencionan que la vigilancia masiva es “es una violación grave de nuestro derecho a la intimidad.
También limita la libertad de expresión, pues las personas estarán menos dispuestas a comunicarse libremente si saben que se las está vigilando.” La tecnología avanza a pasos agigantados, el año pasado el Laboratorio de Investigación de la Armada en Estados Unidos reportaba que ya tenía la tecnología para integrar cámaras termales con reconocimiento facial.
Es importante como ciudadanos cerca del 2020, estar al tanto de las nuevas tecnologías y sus riesgos.