Hace miles de años, el humano viajaba largas distancias para obtener productos y conquistar la gloria. Son las mismas distancias que el humano recorre ahora.
Desde entonces, los tiempos se han disminuido dramáticamente. Un vuelo de Italia a China toma aprox. 15 horas. Hace varios siglos, el mismo viaje le tomó a Marco Polo años.
Hoy podemos entretenernos cada momento de nuestro viaje, con películas, juegos y libros. Rara vez alguien se entretiene pensando. Hace siglos no era lo mismo. ¿En qué se entretenía un viajero que iba desde Venecia hasta Mongolia? ¿Cómo paliaban el hastío? Es fácil adivinar que tenían menos opciones que nosotros ahora. Quizás jugaban algo, conversaban, observaban una y otra vez el paisaje y las estrellas. Sin duda se aburrían terriblemente por días enteros. Y pensaban.
De tanto observar, comenzaron a cuestionarse el porqué de muchas cosas, como los ciclos de vida de plantas y animales, o por qué las estrellas no se caían, o qué tenían ellos que ver con todo eso que los rodeaba y les parecía inabarcable. A pesar de que ya existían ciertas nociones de la ciencia, la mayoría de la gente, hace miles de años, la desconocían. No sabían leer ni escribir. Dentro de sus pensamientos tenían que imaginar respuestas para tantas preguntas, y fue así que comenzaron a articular sistemas que pudiesen darles certeza sobre la realidad que habitaban. Surgieron tradiciones como la astrología, que pretendía dar respuesta a tantos “por qués” de la manera más “racional” que les era posible. Y se entiende, era lo mejor que podían con lo que tenían. Ese conocimiento que iban acumulando fue convirtiéndose en creencia que se transmitía a las siguientes generaciones. Desde entonces, regían sus vidas a través de lo que los signos zodiacales les dictaban.
Hoy la ciencia es una certeza, y los humanos tenemos acceso a ella. Hay satélites, formas para verificar datos, de evaluar, comparar, descartar y confirmar observaciones, que después se convierten en certezas. Aun así, hoy hay gente que sigue creyendo en las explicaciones que nos dábamos hace miles de años. Lo creen a ciegas. ¿Por qué seguimos creyendo en lo que creemos?