Se ha ido corrigiendo el camino, sobre la toma de decisiones, antes, eran decididas por parte del estado o de una persona, hoy el nuevo paradigma mundial, nos permiten visualizar, que es mejor tomar decisiones colectivas, cuando hablamos de una comunidad o un territorio, y estas decisiones pueden ser de la familia o del planeta, y tenemos que mejorar nuestros procesos participativos para fortalecer esta capacidad que requieren las ciudades del mundo.
Existen muchos temas a tratar por la cantidad de personas y problemas a escala mundial, por lo cual, le resulta insuficiente a los gobiernos dar respuesta, y es por eso por lo que, pese a la complejidad de los actores, es mejor generar participación social que abone a mejores decisiones.
Por ejemplo ¿Quién se mueve, más veces por la ciudad, y no solo dejando el auto aparcado 10 hrs?, además ¿Sabe con certeza las deficiencias en transporte, infraestructura, educación, tejido social, espacios públicos?
¡Exacto!, casi siempre es la mujer, empática, encargada de la escuela de los niños, de la casa, es oído sensible de los pesares del vecindario, se desplaza varias veces por el mismo lugar, o por la ciudad, ve las deficiencias, intercambia comunicación con varias personas, sabe muchas veces la importancia o absurdo de una obra, así como el hecho en donde falta inclusión. Ella en LA, puede ser una gran aliada, en la gobernanza, y los gobiernos, para el mejoramiento de nuestras ciudades, y sus áreas de oportunidad.
La mujer, es quien va en contra de las decisiones de un gobierno, antiguo o con dirigencia clásica, que entiende de la gobernanza casi intuitivamente, y alza la voz a nivel local como Lupita, Berenice, o su propia vecina. A nivel mundial, como Christine Lagarde, Angela Merkel, Úrsula Von Der Leyen, Alicia Bárcena, etc.… pero todas entienden la importancia en las decisiones democráticas en cualquier dimensión, ámbito y esfera.
Que no quede en decisiones, que se les permitan también tomar acciones para mejorar en conjunto un planeta que debe aprender a equilibrar sin menospreciar ningún lado de la balanza.