Este año el Zócalo presenció una ceremonia distinta, celebramos la independencia desde casa, sin aglomeraciones y sin las multitudes aglomeradas que permite el urbanismo mexicano
Raúl D. Lorea/Columnista
Desde sus inicios, el Zócalo de la Ciudad de México ha presenciado innumerables hechos históricos de nuestro país, eventos cívicos, protestas, conciertos, invasiones extranjeras, y, la recurrente ceremonia del Grito de Independencia.
Este año el Zócalo presenció una ceremonia distinta, celebramos la independencia desde casa, sin aglomeraciones y sin las multitudes aglomeradas que permite el urbanismo mexicano.
Me resultó impactante ver vacía esa explanada que por años ha vivido la concurrencia de millones de mexicanos, y hoy, a sus casi 500 años de vida, “celebró” nuestra independencia en una casi total soledad.
Tanto para la ciudad, como para la vida privada, las personas son parte de nuestro día a día, y es contradictorio celebrar independencia encerrados en casa. Querétaro no fue la excepción, las autoridades suspendieron el acceso a las plazas públicas e hicieron promoción para quedarse en casa a fin de disminuir las posibilidades de contagios masivos.
En 1810, la lucha inició para librarnos del yugo del Gobierno Español, hoy, en una difícil búsqueda de identidad nacional, el yugo del que debemos librarnos es el de una pandemia que ha puesto de rodillas al mundo como lo conocíamos, y que si bien, sobreviviremos como especie, el encierro debe ser aprovechado para repensarnos en lo individual y en lo colectivo.
Es momento de repensar nuestra nueva identidad, de reforzar nuestra unidad como mexicanos, de voltear a ver tantos pendientes que tenemos con nosotros mismos y con la sociedad, por los temas que convulsionan a la nación hoy día y sobretodo, con la naturaleza a quien tanto le debemos.
Conviene no continuar esa división ideológica que nos han impuesto, que nos ha orillado a la intolerancia política, es momento de pensar muy seriamente en el bien común, en los proyectos que realmente van a beneficiar a quienes más los necesitan y que repunten el liderazgo mundial que había tenido nuestra nación en otros tiempos.
Le invito, amable lector, a que sumemos las causas tan grandes que se están exigiendo a nivel nacional, apliquemos nuevos principios en nuestras ciudades, en nuestro día a día y busquemos la manera de tener un mejor país para todas y todos. ¡Viva México!